“El tiempo es inventor de novedades
y descubridor de verdades”.
Refrán popular
Carlos Mota Galván / @CarlosMotaG
Lo que México está viviendo no es otra cosa que el debilitamiento del Estado de Derecho y el encumbramiento de la sinrazón, el decaimiento de la justicia y el fortalecimiento de los intereses criminales, donde quienes deben velar por salvaguardar la integridad ciudadana deciden voltear a otro lado u hacerse cómplices de estos y quienes debieran ser juzgados por sus actos, marcan las pautas a seguir en el terreno político, económico y social del país.
Para poder dimensionar el tamaño de este flagelo conviene analizar lo siguiente: de acuerdo con un estudio publicado en Science Magazine, en los Estados Unidos de Norteamérica, el número de personas afiliadas a los cárteles en México al menos en 2022, oscilaba entre los 175 mil individuos, siendo los cárteles más influyentes en el territorio nacional los de Jalisco y Sinaloa. Es decir, 131.1 millones de personas, estamos a expensas de unos cuantos.
Ahora bien, independientemente de la violencia ejercida por estos grupos ¿qué es lo que los hace tan exitosos en su actuar? Al parecer, dos cosas: La impunidad y su constante renovación interna. En este mismo estudio se asegura que dichos grupos criminales ocupan el quinto lugar como empleadores en el país ya que su reclutamiento es permanente pues de 37 por ciento de ellos (cifra calculada en la última década), terminan siendo: 20% asesinados y el resto 17% encarcelados, lo que les obliga a reinventarse cotidianamente. Sacando cuentas esto implica que año con año 64 mil 750 personas, entre muertos y encarcelados, tendrán que ser sustituidos.
Si a todo lo anterior agregamos que las autoridades difícilmente van a ir en su contra, salvo exigencias norteamericanas ocasionales (sobre todo ahora que también tendrán elecciones presidenciales), su único escollo es pues su propia ambición, lo que deriva en luchas constantes entre cárteles para defender, por un lado u ocupar nuevos territorios por otro, su legado trágico. Lo dramático del caso es que, a los defensores de la plaza, les permite aparecer ante los lugareños como modernos Robin Hood, recibiéndolos estos últimos hasta con vítores, cuando en realidad sólo defienden aquello que les significa una ganancia.
Nos encontramos en el mundo al revés, la situación que se vive no tiene ni pies ni cabeza, aunque el presidente insista en que todo va bien y que los cuestionamientos contrarios sólo pretenden desprestigiarlo para sacar raja electoral. La violencia, la impunidad y la barbarie que vivimos han sentado sus reales a lo largo y ancho de este otrora cuerno de la abundancia que asemeja el mapa geográfico mexicano; Nuevo León es el último ejemplo de este salvajismo, 12 cuerpos mutilados desperdigados por seis municipios metropolitanos en Monterrey, así lo hace constar.
Consulta Mitosfky en su última medición constata que al menos en la ciudad capital, el presidente de la República ha perdido terreno, solo 48.6 por ciento de los ciudadanos le dieron el visto bueno durante el pasado mes de agosto, su nivel mínimo histórico, nunca había presentado tales números. De mantenerse esta tendencia a la baja (en 2021 ya la oposición le ganó 9 alcaldías en la ciudad de México), marcaría que AMLO, al igual que todos los anteriores presidentes, ha entrado en un declive natural, aunque él no lo acepte bajo ningún concepto.