Orlando Linares
Cada año, alrededor de 200 mil jóvenes egresados de bachillerato no continúan estudios al siguiente nivel. Un porcentaje importante de ellos son los considerados “rechazados” de las Instituciones de Educación Superior (IES) con alta demanda.
Este es uno de los datos que expuestos en el documento del Programa Nacional de Educación Superior 2023-2024, donde Subsecretaría de Educación Superior del gobierno federal, también establece objetivos, estrategias, acciones y metas que plantea realizar para éste y el próximo año.
Dicha dependencia de la Secretaría de Educación Pública (SEP) también destaca que en el ciclo escolar 2021-2022, 1.4 millones de jóvenes concluyeron el bachillerato y de ellos 1.1 millones formaron parte de la matrícula de primer ingreso a las IES. Asimismo, estima que para 2024 los egresados de bachillerato alcancen 1.5 millones.
Al iniciar el último ciclo escolar de este sexenio, con la oferta educativa actual y la capacidad de las IES para atender de manera insuficiente la demanda de los jóvenes mexicanos, se avizora el incumplimiento en metas e índices de cobertura en servicios educativos de nivel superior. Peor aún crecerá el número de estudiantes que no continuarán con su formación profesional, como resultado de objetivos, estrategias y acciones fallidas de políticas que, seguramente se irán con el discurso de la esperanza y la transformación, dejando desigualdad, inconformidad y exclusión como la que padecen los jóvenes que provienen de regiones, localidades y hogares en condiciones de marginación y vulnerabilidad social.
Cabe recordar que, este año, en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) cerca de 200 mil jóvenes realizaron examen de admisión, de esa cantidad solo 21 mil 346 fueron aceptados, según datos publicados el mes pasado. Es decir, nueve de cada 10 de estos jóvenes, con el deseo de estudiar, tendrán que perseguir sus sueños conseguir un título profesional en otras instituciones públicas o privadas.
Mientras millones de jóvenes inician el ciclo escolar 2023-2024, tanto en Educación Media Superior como Educación Superior, otros más sufren por la incertidumbre y la frustración de no haber ingresado a la opción educativa que pensaban marcaría el comienzo de su futuro profesional.
Desde esta perspectiva, el acceso a la educación superior para miles de mexicanos es más un privilegio que un derecho.
A pesar de los esfuerzos para expandir la cobertura de educación superior, también existe una significativa oferta de lugares en planteles, programas y modalidades que no corresponde con las demandas y preferencias de los aspirantes a la educación superior.
En ese sentido, considero necesario que la formación superior retome las tendencias educativas enfocadas en la innovación permanente como generadora del desarrollo científico, de la revolución tecnológica e impulsora de cambios en los ámbitos laborales. Asimismo, fortalecer los procesos educativos donde, además de empoderar a los estudiantes mediante la transformación digital, se atienda el aspecto socioemocional a fin de que desarrollen autodisciplina, responsabilidad, resiliencia y confianza para enfrentar los desafíos de la vida.
Para ello habría que dar cabida a elementos como: el aprendizaje a lo largo de la vida, ya que la educación no termina con la entrega de un título universitario; la gamificación que, con aspectos de la realidad aumentada y la virtual, tiene amplias posibilidades para cambiar las formas de aprendizaje; la relevancia que toma la educación STEAM (ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas, por sus siglas en inglés); la salud física y emocional, sobre todo para dar seguimiento a las afectaciones ocasionadas por la pandemia.
Es posible que esto contribuya a tener una mayor diversidad en los contenidos en el futuro que ayuden a cumplir con los mandatos constitucionales y legales de obligatoriedad, gratuidad y universalización de la educación superior y que propicien alcances de largo plazo.