José Manuel Rueda Smithers
La dignidad no consiste en nuestros honores, sino en el
reconocimiento de merecer lo que tenemos.
Aristóteles
Pareciera una característica humana el que todos y cada uno de quienes habitamos el mundo requerimos casi de manera constante de acciones o señales de reconocimiento personal.
Los expertos señalan que la satisfacción de ser reconocido en nuestro entorno social inmediato, es vital para el fortalecimiento de nuestras auto-referencias.
Aunque los políticos viven del reconocimiento día a día, y no tienen llenadera.
Según la Teoría de la pirámide de las necesidades de Maslow precisamos satisfacer las necesidades básicas categorizadas de forma jerárquica para avanzar en la satisfacción de las demás necesidades hasta alcanzar nuestra auto-realización.
Para Abraham Maslow, psicólogo humanista, nuestras acciones nacen de la motivación dirigida hacia el objetivo de cubrir ciertas necesidades, las cuales pueden ser ordenadas según la importancia que tienen para nuestro bienestar. Esta Pirámide de Maslow es solo una parte de una teoría psicológica acerca de la motivación y las necesidades del ser humano: aquello que nos lleva a actuar tal y como lo hacemos.
Para no abundar mucho más en esto, Maslow explicó desde las necesidades más básicas hasta las necesidades más complejas, donde la jerarquía está compuesta por cinco niveles. Las necesidades básicas se ubican en la base de la pirámide, mientras que las necesidades más complejas se encuentran en la parte alta.
Así pues, las cinco categorías son: fisiológicas, de seguridad, de afiliación, de reconocimiento y de autorrealización; siendo las necesidades fisiológicas las de más bajo nivel, y subiendo niveles en el orden indicado. Todos, absolutamente todos, las vivimos.
Bueno, pues todo este fluir de letras solo es para agradecer a la Asociación de Periodistas del Valle de Toluca, el que me permitieran recibir un reconocimiento con el que soñé… mmmm… digamos unos 30 años.
La presea Manuel Buendía Téllez Girón se ha otorgado por 39 años a periodistas de todos los rincones de la entidad que por méritos propios son y han sido testigos de esas historias que nos gusta contar conforme las vivimos enlazando a la gente con las realidades que hacen nuestro día a día.
¿Por qué? por todo lo que representa el personaje de quien lleva su nombre, y que resulta un ícono para muchas generaciones de periodistas en nuestro país.
Manuel Buendía, aquel columnista que fuera de los más leídos e influyentes de la segunda mitad del siglo XX. Su trabajo, ideales y ferviente crítica a los políticos marcarían el rumbo del periodismo de investigación en México. Fue asesinado de 5 disparos por la espalda el 30 de mayo de 1984 al salir de su oficina, en el cruce de Paseo de la Reforma e Insurgentes, en la Ciudad de México.
Su columna se llamó Red Privada -se publicaba en cerca de 40 diarios- y se dice que su principal tema (al menos de los más frecuentes), era denunciar acciones de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, la CIA.
En fin, el asunto es que mi agradecimiento es sincero, y me honro en haber recibido esta presea vivito y coleando. Porque como bien dijera el querido amigo Delfino Hernández, fotógrafo de muchas generaciones en el Estado de México: ¿Para qué esperar a que uno se vaya si puede recibir los reconocimientos en vida?
Don Delfi acaba de celebrar sus primeros 46 años como fotógrafo profesional, así que sabe bien de lo que habla. Y me entendió cuando le conté que desde joven pensaba yo en lograr esta presea Manuel Buendía.
ABRAZO GIGANTE