Ricardo Burgos Orozco
Desde hace varias semanas que he observado que cada vez hay menos gente con cubrebocas en el Metro. Todavía a principios del año los vigilantes de la entrada exigían a los usuarios usar su tapabocas, aunque cuando las personas entraban a los pasillos hacia los andenes, se lo quitaban inmediatamente.
Seguramente ya habrá cada vez menos personas que utilicen ese accesorio en el Sistema de Transporte Colectivo porque el pasado martes 9 de mayo el gobierno mexicano decretó el fin de la emergencia sanitaria por Covid, que empezó en marzo de 2020.
Todos nos acordamos perfectamente; en aquel tiempo pensamos que esos contagios iban a ser pasajeros, a lo mejor de unos cuantos meses, como sucedió con la influenza en 2009, pero pasaron los meses y los años y no le veíamos el fin con la pérdida muy triste de vidas humanas.
La señora Josefina, una de las personas que me encuentro muy seguido en la estación Barranca del Muerto, de la Línea 7, me dijo que se sofocaba mucho con el cubrebocas y ya por eso no lo usa en la calle, pero dentro de un vagón sí se coloca el aditamento porque dice que desconfía de la gente que puede viajar y tiene gripe o está tosiendo sin protección.
El otro día vi a una señora que traía a sus dos pequeñas de la mano en la estación Centro Médico. Todas traían tapabocas y le pregunté a la mamá su opinión de que el gobierno decretó el fin de la emergencia: “mire, la enfermedad no ha acabado, todavía hay gente en los hospitales, y más vale prevenirse porque en cualquier momento puede resurgir”.
Un testimonio que me pareció muy interesante fue del oficial Julio Acosta, quien normalmente se ocupa de la vigilancia en los torniquetes en la Línea 7. Dijo que recibieron hace unos días una notificación de la Secretaría de Salud con la indicación que ya no es obligatorio el uso de cubrebocas en las instalaciones del sistema “lo dejan a la consideración de cada pasajero”, comentó el guardia.
Se le oía un poco ronco y le pregunté si estaba enfermo. Me comentó que durante más de dos años tuvo que usar el tapabocas todos los días y eso le provocó problemas en los bronquios. Me confesó que varios de sus compañeros tienen los mismos padecimientos con tantas horas diarias que usaron la mascarilla.
Cuando me despedí me dio un consejo: que use un cubrebocas diferente cada día para evitar infecciones. Y es que le comenté que en la calle no uso tapabocas, pero en el Metro sí lo llevo puesto por precaución.
En varias estaciones de las líneas 7 – de Barranca del Muerto a El Rosario — , 3 (de Universidad a Indios Verdes), 5 (de Politécnico a Pantitlán) y 9 (de Pantitlán a Tacubaya) me quedé observando a los pasajeros. La mayoría ya no está usando cubrebocas. Yo por si acaso si lo traigo porque el roce humano es constante e intenso en todos los vagones en donde viajas; sabemos que terminó la emergencia, pero la enfermedad sigue.