Miguel Tirado Rasso
mitirasso@yahoo.com.mx
En la prueba de 2022, nuestro país,
fue el tercer país peor avaluado en
Comprensión lectora y Matemáticas y
el de la más baja puntuación en Ciencias.
El Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos, PISA, por sus siglas en inglés, es un proyecto de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) “cuyo objetivo es medir la capacidad de los alumnos de 15 años para utilizar sus conocimientos y habilidades de lectura, matemáticas y ciencias para afrontar los retos de la vida real”. El producto de estas evaluaciones constituye una información valiosa para los países participantes que les permite adoptar las decisiones y políticas públicas necesarias para mejorar los niveles educativos.
Un programa útil, conveniente y necesario, que nació con el milenio, en el año 2000, con la participación de 32 países, que se aplica cada tres años, con un número cada vez mayor de países participantes. La última prueba, la de 2022 sumó 81 naciones.
Pero la prueba PISA, que pereciera inobjetable, y a la que, cada vez, se le suman nuevos participantes, no es muy bien vista en la Cuarta Transformación. Inclusive, hay señales que estarían poniendo en duda la participación de nuestro país en la próxima prueba, que deberá realizarse el próximo año.
En los 22 años en que México ha aplicado esta prueba, nunca se había cuestionado su participación. Podríamos suponer que el disgusto con PISA, se debe a los resultados obtenidos por nuestros estudiantes en la última evaluación, la de 2022, en la que salimos reprobados. Aunque esto sería lo mismo que cargar la responsabilidad del resultado al mensajero.
En la edición de 2022, México quedó en el lugar 51 de 81 países participantes, lo que significa un retroceso de 20 años en nuestra educación, según especialistas del tema. Los resultados publicados en el mes de diciembre de 2023, fueron rechazados, entonces, por el jefe del Ejecutivo: “nosotros no los tomamos en cuenta, afirmó en una mañanera, porque esos parámetros se crearon en la época del neoliberalismo…en donde lo que querían era impulsar supuestamente la calidad de la enseñanza…y desaparecer la educación pública, degradándola”.
En aquella ocasión, la Secretaría de Educación Pública, también desconoció la validez de estas evaluaciones, argumentando que no “consideran las condiciones reales en las que se desarrolla el trabajo docente”, además de escudarse en razones por la pandemia de COVID-19, como si ésta no hubiera sido un problema que afectara a prácticamente todos los países del mundo.
El caso es que el problema no desaparece con la negativa a reconocer unos resultados que no nos favorecen, o que su contra reforma educativa fue más política que técnica porque no logró ninguna mejora en este campo. En la prueba de 2022, nuestro país, fue el tercer país peor avaluado en Comprensión lectora y Matemáticas y el de la más baja puntuación en Ciencias. Retrocedimos 14 puntos en matemáticas, respecto de los resultados de la evaluación de 2018; en comprensión de lectura, 5 menos y en ciencias, 9 menos.
El tema ahora es la indiferencia de parte de la SEP, ante los tiempos que corren para cumplir con los requisitos que se requieren para estar presentes en la prueba PISA 2025 que, de acuerdo con lo dicho por el Primer Mandatario, no habría problema para que México participara. A pesar de esto, los dichos no coinciden con los hechos. Y el comentario presidencial, que no instrucción, no parece convencer a los funcionarios de la SEP que se resisten a informar sobre los avances en los trámites, si es que los hay, para acreditar la participación de nuestro país en la próxima prueba.
Y es que, el programa PISA y la Nueva Escuela Mexicana no parecen ser muy compatibles, en lo que a evaluaciones internacionales comparativas se refiere.
Mayo 30 de 2024