Poco parece haberle durado el gusto a Morena en la entidad, el partido está fragmentado, dividido y en pugna por las posiciones para el 2 de junio y lo que le siga
J. Israel Martínez Macedo / israelmartinez.com.mx
Morena se encuentra en un punto muy complicado durante el presente proceso electoral. Por un lado tienen la obligación, la consigan de que el presidente Andrés Manuel López Obrador quiere sí o sí tener la mayoría calificada en ambas cámaras federales como resultado del proceso electoral del próximo 2 de junio; sin embargo, parece que la mazorca se desgrana y, al menos en el Estado de México, la pelea interna por el control del partido amenaza con dilapidar esa posibilidad.
A unos meses de que termine su mandato los morenistas ya no ven a López Obrador como la figura imponente y todopoderosa que podía tomar decisiones a diestra y siniestra sin que nadie le plantara cara, todavía hasta 2023, Higinio Martínez tuvo que aguantar la imposición presidencial en la designación de la candidatura a la gubernatura mexiquense y aparentar que nada pasaba después de dicho decisión.
Al principio se pensaba que tanto Higinio martínez, Delfina Gómez como Horacio Duarte formaban parte del mismo grupo, el llamado Grupo Texcoco, y que por lo tanto se entendía que todo quedaría en un acomodo interno de fuerzas pero nada más alejado de la realidad, conforme los meses fueron avanzando, descubrimos que en realidad Horacio y Delfina formaban parte del Grupo Lopezobradorista y que este no congeniaba con el Grupo Texcoco.
Ante esta situación se gestó al interior de Morena Estado de México una lucha por el poder y control del partido que, hasta el momento, mantienen los texcocanos concediendo algunos puestos para evitar fricciones innecesarias como es el caso de la segunda posición de la senaduría que se le otorgó a Mariela Gutiérrez, exalcaldesa de Tecámac e incondicional de la gobernadora Delfina Gómez.
Los morenistas advierten que hay una urgencia de los lopezobradoristas por conformar un bloque más sólido pues saben que su llegada al poder no se debió al respaldo de las bases sino al de la cúpula partidista, específicamente al interés presidencial; por lo tanto, entienden perfectamente que, de no consolidar una estructura fuerte en este proceso electoral, su influencia y poderío sería completamente vacío, con el nombramiento pero sin capacidad de acción.
Sin embargo, también perciben que al interior del propio grupo no hay armonía sino, por el contrario, una batalla casi personal por parte del secretario con la gobernadora para tratar de ser él quien encabece las decisiones de la agrupación y, aunque acuerdan acciones en conjunto, en las oficinas de Lerdo 300 se comenta cada vez con mayor libertad que el jaloneo es cada vez más intenso y notorio.
A la gobernadora no le gustó, por ejemplo, que la filtración de un supuesto acuerdo entre la secretaria de Finanzas y el titular de Seguridad hubiera salido de las oficinas de palacio de Gobierno, específicamente de una IP proveniente del segundo piso, según comentan que fue el resultado de la investigación de la policía cibernética, por lo que el resultado electoral podría determinar algunos movimientos posteriores al proceso electoral.
Otro factor que para algunos liderazgos morenistas no tuvo ningún sentido fue el rechazo de Horacio Duarte a Claudia Sheinbaum para apoyarla en la defensa legal de su campaña, la especialidad del ahora secretario general de Gobierno mexiquense quien prefirió este cargo a ir en ayuda de la candidata a la Presidencia de la República quien, dicen, no olvida ni perdona este tipo de actitudes.
Para colmo de males, el senador Higinio Martínez, de por sí identificado como cercano a Caludia; ha aprovechado la campaña para afianzar la cercanía con quien podría ser la futura presidenta de México a partir de octubre de este año para consolidarse como líder d la bancada morenista en el Senado de la República para el siguiente periodo y fortaleciendo al Grupo Texcoco en el camino.
Por todo esto, entre algunos aspirantes a candidatos ya comienza a surgir el malestar respecto a la presunta exigencia proveniente desde el bloque lopezobradorista para que el apoyo a sus campañas venga condicionado por un respaldo irrestricto en caso de obtener el triunfo en las urnas, un riesgo muy grande para cualquiera que entienda que este segmento quedará descobijado después del relevo presidencial y que a partir de ese momento habrá nuevas figuras de poder y nueva estructura al interior del partido a nivel nacional.
El escenario podría cambiar ligeramente si la oposición, con Xóchitl Gálvez, logrará hacerse de la Presidencia de la República pues, al no haber una figura fuerte al frente del partido a nivel nacional, el expresidente mantendría el control del mismo y podría tener margen de maniobra para la toma de decisiones apoyando a quienes han sido colocados en los sitios de poder, mientras que el resto de los grupos sobre quienes ha pasado en la toma de sus decisiones podrían conformar alianzas para oponerse a este designios.
En cualquier caso, el grupo lopezobradorista en la entidad está buscando cómo reforzarse porque el escenario no pinta nada halagüeño pasando el proceso electoral y aunque el discurso de quienes se dicen parte de este conjunto es el mismo: “Ya es tiempo de una renovación” o “ya basta de cacicazgos” o hasta “ya que dejen llegar a los que siguen”; lo cierto es que de no conseguir los resultados la situación será todavía más apremiante.
Por eso es que el retraso en la designación de candidaturas… perdón, en tener el resultado de las encuestas, le empieza a jugar en contra al partido en sí mismo; ya más de un aspirante en distintos puntos de la entidad ha manifestado que en caso de no resultar seleccionado estará “pensando en sus opciones”, lo que traducido del idioma político al español significa que evaluará si juega con la oposición, contra quien resulte seleccionado (que no es lo mismo porque no necesariamente implica recibir algún beneficio de los opositores) o simplemente hacerse a un lado que cada quien se rasque con sus uñas, lo que de todas formas representa un debilitamiento al interior.
Por si esto fuera poco, la falta de respaldo de la militancia morenista a los candidatos petistas y verdes a nivel federal; ha hecho que era lo local se piense y repiense en la posibilidad de que estos institutos compitan en solitario dado que, ya de inicio, no hay apoyo por parte de las bases morenistas que están usando esto como moneda de cambio para presionar en la negociación para obtener resultados.
Por lo pronto, y contrario a los rumores que corrían la semana pasada, este domingo ya no estuvieron listas las listas y parece ser que tampoco lo estarán este miércoles pues, hasta el momento de hacer esta publicación, no se tenía luz de que los acuerdos se pudieran alcanzar ni que llegaran, tampoco, las imposiciones; no obstante, hasta ahora, el discurso es que mientras no se defina qué pasará con la coalición con el PVEM y el PT en la entidad, es imposible tener claridad sobre los candidatos; excusas, le dicen.
Claro que en este sentido no han faltado las voces que señalan que se está abusando de las reglas de la contienda y que todo ha sido un plan con maña desde el principio para tratar de distraer a la oposición postulando alcaldías por separado pero que será el mismísimo 9 de abril cuando la coalición confirme que la alianza será completa y que irán juntos en los 125 municipios y las 40 diputaciones locales, algo que en este momento pinta como un escenario lejano pero posible dadas las argucias a las que se ha recurrido con anterioridad para tener ventaja.
La realidad es que Morena no las lleva todas consigo, las bases están vendiendo caro su amor y no sería extraño que, ante la posibilidad de los desacuerdos y las heridas en el ánimo, el partido se desgaje y sea un todos contra todos como nunca antes se ha visto en organización política alguna; eso sí, todo por debajo del agua y sin que nadie se entere porque, después del 2 de junio, el escenario será distinto y ni qué decir después del 1 de octubre en donde se verán los reales de cada grupo en pugna.