Miguel Tirado Rasso
Por lo pronto, en este caso,
el mandatario se vio poco dispuesto a
compartir decisiones y, en cambio,
optó por ejercer facultades metaconstitucionales,
de su uso exclusivo,
para elegir a sus candidatos.
Para la definición de sus candidatos a las 8 gubernaturas (Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco Veracruz, Yucatán) y la jefatura de Gobierno de la CDMX, para el proceso electoral de 2024, Morena aplicó su ya tradicional método de la encuesta. Fórmula con la que la dirigencia del partido oficial cumple la encomienda para que el candidato ganador sea, precisamente, el favorito de Palacio Nacional. Mera coincidencia, por azares del destino, por supuesto.
Así se dio, el pasado fin de semana, en que se despejó la incógnita sobre quienes habrán de pelear, electoralmente, por la gubernatura de sus estados. Pocas sorpresas, si prestamos atención al juego político del titular del Ejecutivo, que suele engañar con la verdad. Por lo pronto, en este caso, el mandatario se vio poco dispuesto a compartir decisiones y, en cambio, optó por ejercer facultades metaconstitucionales, de su uso exclusivo, para elegir a sus candidatos.
Y es que, ya con una precandidata presidencial a la que, además, le entregó, públicamente, el bastón de mando y con ello, supuestamente, le transfirió el liderazgo de Morena, según su propio dicho, era de esperar que, al menos, Claudia Sheinbaum, hubiera tenido derecho a opinar y/o a proponer algunas candidaturas. Pero en los resultados anunciados el pasado fin de semana, no se vio la mano de la ex jefa de Gobierno y, peor aún, en donde era clara su propuesta, el fuego amigo, con aval de Palacio, se la bajaron.
Innecesariamente se llevó a la precandidata presidencial morenista, a una desgastante competencia de poder, que podría haberse resuelto con una plática entre el presidente y la precandidata, sin necesidad de exhibir la debilidad de su liderazgo en Morena, que a la larga tendrá un costo. Aparentemente los asesores políticos de la doctora fallaron y la dirigencia del partido no la protegió. La primera llamada, debió alertarlos cuando le hicieron el vacío en el mitin que pensaban realizar en el estadio Azul. Los acarreos, especialidad de los de Morena, no se dieron. Se dice que el boicot provino del equipo de la alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada, rival, en la competencia por la jefatura de Gobierno, de Omar García Harfuch. La única carta comprometida de la precandidata.
La sugerencia de reponer el evento en un espacio cerrado, supuestamente controlable, resultó ideal para los simpatizantes de la ex alcaldesa, pues si en algo tienen experiencia es en movilizar grupos, controlar audiencias y boicotear actos. Una mala decisión y falta de colmillo de los encargados de la campaña y pésimo trabajo de los dirigentes de Morena, volvieron a exhibir la vulnerabilidad de la precandidata presidencial, imposibilitada a superar la estridencia de una audiencia que le impidió dar su mensaje. Segundo aviso, con atentos saludos del fuego amigo.
Los otros mensajes que avisaban de una decisión tomada en el alto mando en contra de la candidatura de Omar García Harfuch, fueron las declaraciones de Alejandro Encinas, denunciando la participación del ex secretario de Seguridad Ciudadana en el caso de Ayotzinapan y, más recientemente, el oficio de la Fiscalía General de la República, citándolo para aclaraciones sobre la compra del equipo de espionaje Pegasus, en el sexenio pasado.
Finalmente, el candidato de la ex jefa de Gobierno quedó eliminado, a pesar de que en las encuestas hubiera superado a su contrincante por cerca de 14 puntos. Cuestión de la paridad de género, se alegó, y mejor ni chistar.
A diferencia de otros tiempos, en los que el presidente y el candidato sucesor de su partido tenían acuerdos de cortesía, en particular sobre programas y nombramientos que habrían de tener efecto en la próxima administración, ahora hay prisa por dejar la mesa puesta, heredar una línea de gobierno, comprometer posiciones políticas,
intentar reformas constitucionales, en los últimos días del gobierno saliente e imponer decisiones transexenales.
Una camisa de fuerza para quien gane la elección presidencial. Noviembre 16 de 2023.