Por Luis Sunderland Méndez
@LouSunderlan
En ocasiones la sociedad civil, la gente de a pie, no está preparada para entender el sentido de los dichos y hechos de las élites gubernamentales y políticas que los medios de comunicación y, sobre todo las redes sociales, nos informan. Entender a los políticos es muy complicado, debido a su manera de comunicarse con la gente, que generalmente es de forma sesgada o viciada.
Los políticos les hablan tanto a sus seguidores como a otros políticos, con palabras o acciones que se convierten en señales con diferentes significados. En muchas ocasiones se contradicen e incluso pueden decir al mismo tiempo una cosa o lo contrario; ellos solitos se entienden, pero el resto de la gente se queda con enormes dudas.
Es complicado saber la verdad de lo que está pasando en México, porque no toda la sociedad tiene la experiencia de analizar e interpretar la manera en que se actúa dentro del ámbito político. ¿Cómo entender que el presidente López diga en una de sus mañaneras que el Departamento de Estado estadounidense se está entrometiendo con la soberanía nacional? Y hasta lo llama “departamentito”, y unas horas después, en un acto en el que está presente el enviado especial de Estados Unidos para el clima, John Kerry, califique a López de un presidente que actúa y piensa con sabiduría, y añade que Estados Unidos y México están juntos para siempre.
Esto no para aquí: al día siguiente, Anthony Blinken, secretario de Estado, en una comparecencia en el Senado estadounidense, declara no descartar designar a los cárteles mexicanos, como organizaciones terroristas extranjeras. Y si esto no es suficiente, estamos a punto de entrar a paneles de controversia, por diversos incumplimientos de México en lo acordado en el T-MEC.
Pero en la política doméstica, las cosas tampoco se entienden. Tanto en el ala oficial, como en la opositora, parecieran estar en un simulador en el que la sociedad está a bordo y nadie sabe hacia dónde nos conducen unos y otros. Vemos con claridad que a López Obrador, le salió bien el destape que hizo con tanta anticipación de sus corcholatas. Ahí tiene bien ordenaditas a las tres principales. Todos pensamos que es inevitable que la jefa de Gobierno de la CDMX sea la que al final se quede con la candidatura, pero quién sabe, porque el canciller Ebrard, que es un lobo de mar, está trabajando para ser él, con toda la experiencia que le han dado los años que lleva al lado de López Obrador.
También pensamos que al final las presiones contra el mal desempeño de la señora Sheinbaum Pardo, le de mayores posibilidades como candidato; los demás no parecen contar.
En la oposición las cosas no son diferentes; solo con ver lo que pasó el miércoles en el Senado, donde los mismos compañeros de Miguel Ángel Osorio Chong lo destituyeron-aunque él dice que renunció-, hace temblar a todos, porque el poder del mandamás del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Alejandro Moreno, se hizo patente y no es buena señal para la alianza opositora. ¿Será que pactará con López Obrador en entregarle el Edomex? ¿Podrá el priismo mexiquense sacudirse a Moreno y a Del Mazo, y llevar a Alejandra del Moral al Palacio de Gobierno en Toluca?
¿Las organizaciones ciudadanas que se han formado en todo el territorio nacional son conscientes de que están completamente aletargadas y que no crecen? Ahí mismo se ven divisiones e intereses creados. Pareciera que no acaban de enterarse de que el adversario que tienen enfrente es colosal. Si bien es cierto que dan señales de querer crecer, no lo acaban de hacer. Gustavo de Hoyos, que levantó la mano en señal de querer ser uno de los precandidatos, hizo algo de ruido ese día y después desapareció de escena.
Doña Beatriz Paredes Rangel no ha vuelto a dar señales de vida, solo para votar en favor de que su coordinador de la bancada del Senado se fuera. En cuanto al Partido Acción Nacional (PAN), de Lilly Téllez nadie ha vuelto a escuchar. Mientras tanto, los de Morena, y ahora uno del Partido del Trabajo, están todos los días en la vitrina, donde de una u otra manera hacen ruido y crecen.
Quienes los nos tenemos que poner las pilas somos los ciudadanos que estamos inconformes con el rumbo que el país está llevando. No podemos esperar a que las organizaciones que aglutinan a los inconformes tomen la iniciativa; somos nosotros quienes tenemos que reaccionar y ejercer presión sobre ellas. ¿Dónde están los empresarios, los intelectuales, los medios de comunicación, los académicos? Sigue pasando el tiempo y no se observa crecimiento en la oposición, solo se ve que cada quién busca jalar agua para su molino. Nada hay que pueda contrarrestar el proselitismo que López hace todas las mañanas; simplemente no hay forma y nos concentramos en señalar en las redes sociales las barbaridades de las que nos enteramos cada día. Siento que estamos fuera del camino que deberíamos andar. Comprendamos que esto se ganará solo con los votos y que el doctor, el mecánico, el ama de casa, el estudiante, todos valen lo mismo: representan un voto cada uno. Si quieren ganar, tendrán que convencer a mayoría. Ojalá que nos demos cuenta y no lo lamentemos el día de las elecciones.
24 de marzo de 2023