noviembre 23, 2024

HISTORIAS EN EL METRO: ¡EUREKA!

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Por Ricardo Burgos Orozco

Me ha tocado viajar en el Metro los días previos a las peregrinaciones que se realizan hacia la Villa de Guadalupe en la alcaldía Gustavo A. Madero. Siempre va mucha gente. Sólo el año pasado fue la diferencia porque por primera vez en la historia, no se realizó la celebración por la pandemia.

Pese a que en 2020 se cerraron todos los accesos a la Basílica hubo mucho orden y los fieles respetaron la decisión tomada por las autoridades tanto federales como de la Ciudad de México porque en aquel tiempo estaba el semáforo en rojo, con muchas limitaciones de movilidad por los riesgos sanitarios.

Todavía recuerdo que años anteriores veía a los creyentes días previos al 12 de diciembre llevando imágenes, flores, escapularios y yendo con mucha fe a hacer la visita obligada a las instalaciones de la Villa y visitando sobre todo la monumental construcción de la nueva Basílica.

Hace algunos años tuve una experiencia amarga cuando visité la Villa. Tenía una Pacer viejita, que había comprado con mucho esfuerzo; para estrenarla fui a la Basílica; la estacioné a unas calles, pero cuando regresé ya no estaba; la busqué y nada.

Fui a presentar la denuncia respectiva a la agencia del Ministerio Público que está cerca de La Villa, no recuerdo en dónde y tampoco me importaba en ese momento. Un policía me indicó la ubicación e iba como autómata sin dar crédito a lo que estaba ocurriendo. Por fortuna, levantaron el acta muy rápido; todavía regresé a la zona donde me habían robado la Pacer esperanzado de encontrarla. Nada.

Todavía entré unos minutos al recinto de la Basílica –donde está la imagen de la Virgen –, pedí con mucha fe para encontrar mi auto y luego caminé hacia la estación del Metro que en aquel entonces todavía se llamaba Basílica – desde 1998 es Deportivo 18 de Marzo –, viaje triste y acongojado hasta Hidalgo y luego el transbordo a Ermita de regreso a casa. Llegando reporté el robo en Locatel.

Dos días después recibí una llamada de un empleado de Locatel diciéndome que una Pacer con las características de las que yo había informado, estaba estacionada en una de las calles cercanas a la Villa de Guadalupe. No esperé nada y de inmediato me dirigí en Metro al lugar que me indicaron.

Ahí estaba mi coche, a unos metros de donde originalmente lo había estacionado, con una llanta ponchada, sucia por dentro y por fuera, botellas de cerveza vacíos tirados debajo de los asientos y un fuerte olor a tabaco. Le cambié la llanta con el temor que fuera a llegar alguien y me volviera a robar la Pacer.

Dejé mi auto en un estacionamiento cercano y regresé al Ministerio Público donde levanté el acta para informarles con una sonrisa que ya lo había encontrado ¡Huy, joven – me dijo el agente del MP con burla – se me hace que fue una puntada de borrachitos porque se la regresaron de volada y se la dejaron casi en el mismo lugar!

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