NO me ayudes compadre
Por Carlos Mota Galván
Las cosas en el país andan tan mal, que del pregón presidencial que argumenta estar más fuerte que nunca y que ninguna consigna ni leperada la debilitan, al “volvería a salir a la escena pública si las circunstancias lo ameritan” de AMLO, de hace unos días, no hay sino unas marchas ciudadanas, protestas en redes, y la inconformidad, cada vez mayor, de la sociedad mexicana por la inseguridad a la que la someten sus autoridades.
La aparición del expresidente desde su rancho, en un mensaje de casi 50 minutos, pretextando anunciar la salida de su libro: “Grandeza” (libelo que pretende reescribir la historia de la conquista), oculta la verdadera razón de su intervención: responder a todo aquel que esté contra la 4t, reafirmar que él es quien está detrás del tinglado y que está dispuesto a defenderlo con todo, antes que claudicar a sus privilegios.
La presidenta que a bote pronto había agradecido públicamente el gesto, entendió, o se lo hicieron entender, que ese video solo arreciaría las críticas de ¿quién gobierna realmente al país? y/o su cuestionada fortaleza para defenderse pese a que tiene acotadas a su favor todas las instituciones de la administración pública que preside. Buscando recomponer el mal paso argumentó que ninguna de las tres cosas que el expresidente planteó se cumplía por lo que agradeció el gesto, pero recomendó no preocuparse por ello.
Como quiera verse el hecho, dos cuestiones saltan a la vista, una que la popularidad de la presidenta va en caída libre, dos que el dueño del negocio está más que preocupado y que poco le importan lo que digan sus actos, nada, dejó en claro, le detendrá en la protección de su legado y de los suyos que cada vez más dedos y hechos les señalan de haber cometido diversos actos de corrupción.
AMLO está seguro de que vive con el mismo poder con el que gobernó y no concibe que las cosas sean distintas a las que tenía cuando aún maneja todos los hilos de la política nacional, pero olvida que el hartazgo ya ha hecho su aparición en muchas calles del país; que las presiones internacionales que vive Sheinbaum son atribuibles al desaseo con que operaron en su sexenio y a la corrupción rampante de amigos y parientes que permitió, aunque se oponga a aceptarlo.
Nadie sería tan insensato de esperar que el aludido pagará, en el corto plazo, por todas las arbitrariedades que respaldó cuando las autoridades que vigilan el cumplimiento de las leyes están secuestradas por sus incondicionales. Sin embargo, una cosa es clara, el modelo político que encabezó en México se ha agotado completamente aquí y en el continente en general, y que pese al control que mantiene sobre el INE y la SCJN, le será muy difícil obtener un triunfo como el que ostentó en el pasado.
Maduro tal vez sea el ejemplo extremo de lo desgastado que se encuentran estos sistemas dictatoriales aferrados a no dejar el poder e infestados por la corrupción y sus relaciones con el crimen organizado. Hay importantes columnistas que aseguran que “el Chapito” en su juicio en Estados Unidos está soltando la sopa no solo de cómo secuestró a su padrino el Mayo, para entregarlo a las autoridades norteamericanas en la búsqueda de beneficios para él y su hermano en su calidad de testigos protegidos, sino de los tratos que el cártel mantenía con otros presidentes latinoamericanos.
Venezuela parece ser el primer objetivo del cerco que autoridades del vecino país del norte pudieran realizar, pero esto no sería sino el inicio de un apriete de tuercas a regímenes sospechosos de estar comprometidos con el crimen organizado, más allá de sus fronteras en el contrabando de fentanilo. Hasta dónde llegará la presión, si se da, es imposible de precisar, pero algo no tiene vuelta de hoja,
Sheinbaum se ha colocado literalmente, entre a la espada y la pared.