
Por Julio de Jesús Ramos García

México vive una transformación profunda en uno de sus sectores más estratégicos: el transporte. Y no, no hablamos solo de carreteras, trenes o aeropuertos, sino de algo menos visible pero mucho más poderoso: la tecnología que está revolucionando la forma en que nos movemos y, con ello, la economía entera.
La digitalización de los servicios de transporte, desde apps de movilidad urbana hasta plataformas logísticas inteligentes, se ha convertido en un motor silencioso de crecimiento. Uber, DiDi, Beat, pero también algunas startups mexicanas como Urbvan, Liftit o Nowports, están usando algoritmos, inteligencia artificial y big data para hacer más eficientes los trayectos, reducir tiempos muertos y mejorar la experiencia del usuario. Estas soluciones no solo resuelven problemas de movilidad: generan empleo, atraen inversión y aumentan la productividad nacional.
En la logística, la adopción de tecnologías como el rastreo satelital en tiempo real, sensores IoT en camiones o blockchain para trazabilidad de mercancías ha elevado la competitividad del país, especialmente en el contexto del nearshoring. Las empresas estadounidenses que buscan relocalizar su producción más cerca del mercado están apostando por México, y la tecnología en el transporte es una de las razones clave: pueden mover sus productos más rápido, con menor riesgo y mejor control.
Pero este cambio no solo impacta a las grandes compañías. También los pequeños transportistas y operadores están digitalizándose. Plataformas que conectan cargas con camiones disponibles como Cargamos o Solvento permiten que microempresas participen en cadenas de suministro que antes estaban fuera de su alcance. Es inclusión productiva mediante tecnología.
Por otro lado apreciables lectores, el reto es claro: necesitamos más inversión en infraestructura digital, más capacitación tecnológica para transportistas y una regulación moderna que no asfixie la innovación. La tecnología está lista, el talento también. Lo que falta es una política pública que conecte estos esfuerzos de manera estratégica.
México tiene la oportunidad de convertirse en un hub logístico de clase mundial. Pero no se trata solo de mover cosas, sino de movernos con inteligencia. El transporte digital no es un lujo, es una necesidad. Y cada kilómetro que recorramos con tecnología, es un paso más hacia una economía más dinámica, justa y sostenible.