julio 03, 2025

Ahora, falsos túneles, la cruel industria del engaño

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Por Daniel Lee Vargas

La frontera entre México y Estados Unidos es mucho más que una línea geográfica: es un mercado, un maldito negocio donde las vidas humanas son la moneda de cambio.
Hoy, ese mercado se ha sofisticado al punto de utilizar las redes sociales para explotar la esperanza y la desesperación de las personas migrantes. Lo que antes era un crimen a la sombra, ahora se publicita a plena luz, con videos falsos de túneles transfronterizos que prometen un cruce “fácil, seguro y rápido” hacia el llamado sueño americano.
El Departamento de Estado de Estados Unidos y su Consulado en Ciudad Juárez han encendido las alarmas: los cárteles y las redes de la Delincuencia Organizada Transnacional (DOT) están manipulando las redes sociales para vender cruces que no existen. Publican supuestos túneles en Facebook y TikTok, ofrecen «cruces caminando» y aseguran «pegar seguro», pero la trampa es mortal. El verdadero recorrido no incluye túneles: termina con migrantes saltando muros, cruzando desiertos o, en el peor de los casos, atrapados en redes de alcantarillas bajo condiciones infrahumanas.

Esta estrategia, documentada incluso por denuncias directas de migrantes engañados, desnuda una verdad incómoda: el crimen organizado no solo explota la necesidad, ahora también comercializa la mentira. Por hasta 7,500 dólares, las personas migrantes pagan por un acceso inexistente y acaban abandonadas a su suerte, cargando no solo con la deuda financiera, sino con la amenaza constante a sus vidas.
Lo más perverso es que estos videos encuentran terreno fértil en las mismas redes donde los migrantes buscan información. Es el algoritmo al servicio del engaño. Los traficantes de personas saben cómo vender, saben cómo construir confianza en estos espacios y saben cómo difundir contenido atractivo para quienes, al borde de la desesperación, están dispuestos a creer cualquier promesa.
Mientras tanto, la respuesta del gobierno estadounidense ha sido endurecer la vigilancia con más personal, más tecnología y más detenciones, como lo demuestra la drástica caída en los encuentros irregulares en el Sector El Paso, que pasaron de más de 204 mil en el año fiscal 2024 a poco más de 41 mil en 2025. Pero endurecer la frontera no ataca el verdadero núcleo del problema: la industria del engaño está intacta y sigue alimentándose de la precariedad.
El discurso oficial advierte que «si intentas cruzar ilegalmente, te encontraremos», pero el mensaje no disuade a quienes enfrentan violencia, hambre y desesperanza en sus países de origen. Lo que sí los atrapa, lo que sí los devasta, es caer en manos de los coyotes digitales, esos vendedores de humo que han convertido los túneles falsos en una de las estafas más rentables y crueles de la frontera.

Aquí no solo estamos ante un problema de seguridad o de tráfico de personas. Estamos frente a un sofisticado mecanismo de explotación emocional, donde las redes sociales —que deberían conectar y proteger— son ahora herramientas de manipulación criminal.
Los gobiernos pueden cerrar pasos, aumentar retenes, vigilar con drones. Pero mientras las causas estructurales de la migración —la pobreza, la violencia, la falta de oportunidades— permanezcan intactas, las personas seguirán arriesgándolo todo por cruzar. Y mientras eso ocurra, los traficantes seguirán adaptando sus trampas.
La frontera se ha convertido en un mercado de mentiras donde el precio lo pagan siempre los más vulnerables. Ojalá las autoridades mexicanas en los Consulados pudieran hacer algo, aunque a titulo personal no lo creo, parecen que viven otro mundo mientras nuestros connacionales simplemente la pasan mal y sufren.
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