
Por Luis Sunderland Méndez
X@LouSunderland
27 de junio de 2025


La mayoría de la gente piensa que estamos en peligro de que se desate la Tercera Guerra Mundial. En realidad, no hemos estado con paz desde hace mucho tiempo. Las guerras no siempre tienen que ser a balazos, también pueden ser con abrazos, pero no de esos que López les daba a los cárteles mexicanos que lo llevaron al poder a él y a Sheinbaum, sino por medio de una guerra fría, que nunca se ha detenido y que inició en 1914, al estallar el primer conflicto bélico entre puros europeos, usando de pretexto el asesinato del archiduque austriaco Francisco Fernando.
Después, en 1938, Hitler invadió a Polonia y eso desató la Segunda Guerra Mundial, en la que participó Estados Unidos junto con otros países no europeos y México de rebote. Todo concluyó en 1945. Es complicado ver la conexión entre la primera y la segunda guerra, porque la sociedad mundial piensa que entre las dos grandes guerras se tuvo un periodo con paz.
Pero no es así, la guerra no terminó ni ha terminado desde 1914, hubo dos periodos a balazos y entre una y otra, la guerra fría con abrazos. Los objetivos reales de ambas guerras, así como las que estamos viendo ahora, es la dominación de territorios en Europa y en el mundo, para generar la necesidad de bienes y productos que aún no existen y entonces crear un nuevo comercio entre los países. En otras palabras, se hace el comercio y no la guerra armada, pero si no, la hacemos, para poder comerciar.
Algunos conocen el nombre de Eurasia, otros conocemos a Europa y Asia, pero en realidad ambos están en un solo continente, pero con intereses políticos y económicos muy polarizados, y eso los separa.
Ahí se encuentra lo que algunos llaman el “Corazón de la tierra”, que es nada menos que Ucrania, la puerta natural del comercio entre los países europeos con Rusia y China, y por mar el resto del mundo. Por eso, siempre se ha luchado por dominar a esa porción del continente europeo, y por dominar los mares, por ahí se hace el comercio y por eso los gringos ahora tienen su flota naval repartida en todo el planeta.
Lo que estamos viviendo en nuestros días, es solo la continuación de los dos grandes conflictos mundiales con un nuevo condimento, las creencias religiosas, que son una muy nutritiva manera de alimentar la polarización en la tierra entre sus habitantes.
Eso es lo que tiene al presidente Trump distraído de sus objetivos prometidos en su campaña: acabar con el trasiego de fentanilo y opioides y con la migración desmedida. Pero la realidad es que el número de muertes por fentanilo ha disminuido, junto con los cruces de indocumentados. Por eso no se justifica la forma de actuar de las autoridades estadounidenses, que en lugar de detener a gente que tenga antecedentes delictivos con todo el derecho, detengan y extraditen a algunos que ayudan a sostener la economía de ambos países con su trabajo, impuestos y envío de remesas.
Trump no mataría a la gallina de los huevos de oro, porque sabe que el estado de California, si fuera un país independiente, sería la quinta economía en el mundo, y no los dejará sin trabajadores en el campo, en hoteles, restaurantes y factorías, siempre que no se trate de reales pendencieros centroamericanos.
El presidente norteamericano se rodeó de gente afín a su proyecto radical, y un día con otro, nos lanzan acusaciones, algunas sin presentar pruebas, pero no han pasado de ahí.
Mientras en nuestro México, la 4t, que sigue completamente a ciegas del avance de las investigaciones de nuestros vecinos -sin importarle lo que se podría venir sobre ella-, sigue espantando a los inversionistas locales y externos con su diaria destrucción de la seguridad, tranquilidad y estabilidad de la población.
Qué difícil anticipar vísperas, solo en esta semana, los acontecimientos en el Legislativo, junto con las investigaciones que salen a la luz pública sobre la conexión Irán, España, Venezuela, México, y que culminó en Argentina, nos pone en un muy grande dilema, realmente la vida tiene momentos que no entendemos, y este es uno de ellos, pero pronto vendrán las consecuencias y solo nos quedará aprender a vivir con ellas.