Por Daniel Lee Vargas
La injusticia fiscal pega contra los trabajadores. Pero vayamos desmenuzando esta afirmación:
En 2024, los trabajadores mexicanos pagaron más impuestos que las propias empresas, incluidas aquellas que reportan ganancias multimillonarias año tras año. Son datos recientes del Servicio de Administración Tributaria (SAT) que desnudan una verdad incómoda, pero que tal los discursos gubernamentales que repiten hasta el hartazgo que “los grandes contribuyentes están pagando lo que deben”
Los números no mienten: mientras el régimen de sueldos y salarios aportó 1.25 billones de pesos en ISR, el ISR derivado de las utilidades empresariales alcanzó apenas 1.15 billones. Es decir, los trabajadores aportaron 100 mil millones de pesos más que las empresas. Esta diferencia no solo es económica; es moral, estructural y profundamente política.
¿Quién sostiene a quién?. A ver, la narrativa oficial insiste en que las grandes empresas sostienen la recaudación fiscal en México. Pero según organizaciones como Oxfam, esto es un mito funcional al statu quo.
Una parte considerable del ISR atribuido a los “grandes contribuyentes” no proviene de sus utilidades, sino de las retenciones que hacen a sus trabajadores y del IVA que generan sus consumidores. En otras palabras, las empresas simplemente actúan como intermediarias entre el trabajador y el fisco. El verdadero motor de la recaudación son los asalariados, la clase trabajadora que no puede eludir, negociar ni diferir el pago de sus impuestos.
El crecimiento del ISR aportado por los trabajadores en 2024 fue del 11.7% respecto al año anterior, mientras que el de las empresas apenas alcanzó el 0.7%. Este fenómeno no es casual: se explica por dos factores clave. Primero, el aumento real del salario mínimo, que ha crecido más del 110% entre 2018 y 2024.
Segundo, la reforma al outsourcing, que obligó a muchas empresas a formalizar relaciones laborales y declarar salarios reales ante el IMSS. Ambas medidas, positivas en términos de justicia laboral, tuvieron un efecto colateral perverso: aumentaron la carga impositiva directa sobre los trabajadores sin tocar proporcionalmente a los grandes capitales. Dificil entender Por qué esta asimetría.
Sin embargo, la pregunta no es por qué los trabajadores pagan impuestos —es legítimo que lo hagan—, sino por qué lo hacen de forma tan desproporcionada respecto al capital empresarial. En un país con una evasión fiscal que ronda el 6% del PIB, donde se toleran esquemas de planeación fiscal agresiva y donde persiste una baja fiscalización a fortunas y rentas de capital, la carga impositiva sobre los asalariados se convierte en una forma de saqueo legalizado.
Este modelo tributario no es progresivo; es regresivo, injusto y funcional a los intereses de las élites económicas. Y lo más grave: se perpetúa con la complicidad del Estado, que prefiere seguir exprimiendo a los trabajadores formales en lugar de enfrentar los intereses de los grandes evasores y reformar el sistema fiscal de raíz.
Pero hay más .. En este escenario, el silencio de las centrales sindicales es escandaloso. ¿Dónde están las voces que deberían alzar la bandera de la justicia fiscal desde la perspectiva del trabajador? ¿Por qué los sindicatos no exigen una reforma fiscal progresiva que grave las grandes fortunas, el patrimonio improductivo y las ganancias extraordinarias? La omisión es tan alarmante como la injusticia misma.
México requiere urgentemente una reforma fiscal progresiva y estructural que cambie el paradigma actual. No se trata solo de recaudar más, sino de recaudar mejor. De equilibrar la carga entre el trabajo y el capital. De hacer que quienes más tienen y más ganan, también paguen más. La justicia fiscal es la base de cualquier justicia social verdadera.
Hasta entonces, lo cierto es que los trabajadores mexicanos —los mismos que educan, construyen, curan, transportan y producen— son también quienes pagan por un Estado que, en muchas ocasiones, no los representa, no los protege y no les devuelve en derechos lo que les quita en impuestos. O, uste qué opina? Hasta la próxima…
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