
Por Luis Sunderland Méndez
X@LouSunderland

25 de abril de 2025

El domingo 20 a las 23:05 de México, Su Santidad Francisco trascendió de este mundo. Su estado de salud estaba ya muy deteriorado y se agradece que haya terminado el gran esfuerzo y sufrimiento físico a que estuvo sometido durante su hospitalización de 38 días en el Hospital Gemelli, y después, en la Casa Santa Martha en el Vaticano. En sus últimas apariciones en público, se vio que ya no estaba bien.
Ese mismo día 20 por la mañana, hizo el último recorrido por la plaza vaticana, transmitiendo a los miles de católicos su actitud de cercanía y más tarde, desde el balcón de la Basílica de San Pedro, dio su bendición Urbi et orbi. Antes, el arcipreste emérito de la Basílica de San Pedro, Cardenal Angelo Comastri, ofició la Misa de Resurrección, en la que dio lectura a la homilía que el mismo Santo Padre escribió para esa celebración.
Francisco fue un Papa diferente, acorde con la realidad que enfrenta el mundo; presidió la Iglesia católica en momentos muy difíciles para toda la humanidad, en los que ya vivimos un gran conflicto mundial económico y político, amén de los guerras en Ucrania y en la Franja de Gaza, que tienen al mundo en la puerta de la tercera conflagración mundial. Fue un Papa cuestionado por muchos; él para los progresistas, fue muy conservador y para los conservadores, muy progresista.
Francisco fue un gran humanista, un líder moral, un estadista social y religioso. Su sencillez y calidez, combinado con su sentido del humor en su mensaje hacia los católicos, fue de continua invitación a regresar a Jesucristo, señalando que Él está vivo y que Él debe ser el centro de la existencia, y no un símbolo más de la religión. Convocó a buscar a Cristo en la vida cotidiana y en el rostro de toda la gente. Se acercó a los jóvenes proponiéndoles que cambiaran al mundo; también les habló a los no creyentes y a los resentidos con la Iglesia, siempre fue incluyente y reconciliador. Francisco entendió que en el mundo del siglo XXI, en la Iglesia católica, no cabe el rechazo a nadie.
En su visita a México en el 2016, advirtió a la jerarquía de la Iglesia que fuera más humilde y menos principesca, y señaló a los sacerdotes que en sus homilías rechazaran al narco y atrajeran a la Iglesia a los jóvenes. En Irak, defendió a los sacerdotes que eran perseguidos. Visitó campamentos de refugiados y de migrantes, siempre llevando el mensaje de solidaridad y esperanza. Puso el tema de los abusos sexuales dentro de la Iglesia y pidió perdón personalmente a los afectados de este abominable crimen.
El legado de Francisco es innegable y con el paso del tiempo se valorará su pontificado. Deja la vara muy alta y es de desearse que su predecesor no detenga la apertura de la Iglesia católica que ocasionó que el número de fieles católicos aumentara un 1.15 %, ya cercano a los mil quinientos millones de fieles.
Mañana se dará cristiana sepultura a sus restos mortales a su manera, con sencillez y austeridad, será en la Basílica de Santa María la Mayor, a unos 6 kilómetros del Vaticano.
Después, en los primeros días de mayo, iniciará el Cónclave. Ahí se verá si los cardenales votantes se inclinan por la continuidad o por el freno de la tendencia eclesiástica practicada por Francisco y regresar a las prácticas de 1965, porque podrían elegir a uno que sea aún más radical. Las dos últimas posiciones, pondrían a la Iglesia en peligro, así que esperemos que lo que externó recientemente el cardenal mexicano Felipe Arizmendi Esquivel, se realice: al papa 267 lo elegirá el Espíritu Santo.
Paradójicamente los cambios en la humanidad han sido de tanta profundidad que la mayoría no los ha dimensionado y mucha de la población mundial no lo ha digerido; no está preparada para vivirlos. Simplemente, aquí, los mexicanos estamos en el comienzo de un cambio de régimen que nos llevará a volver a vivir la pesadilla de antes, con el PRI de 1990. México es un país de jóvenes que no vivieron eso y no comprenden lo que significó. Ya ahora vivimos una recesión técnica que no solo nos traerá más desigualdad, carencias, dificultades, sino más polarización que ya vivimos desde hace mucho tiempo y nos hará más difícil la ya no digamos unión, sino la convivencia.
Nuestro gobierno no está a la altura de los tiempos, solo busca su permanencia en el poder y los gobernados no están incluidos. Lo vemos todos los días, nos dicen solo mentiras absurdas y hablan de un México que no existe; a señalan errores e inconsistencias, se les califica de vendepatrias o traidores. Es tiempo de examinar y analizar los pensamientos, emociones y acciones, y comprender dónde estamos, quiénes somos y hacia dónde queremos ir.