noviembre 20, 2024

En política lo que parece que es, es.

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Luis Sunderland Méndez

9prensahoy@gmail.com

X@LouSunderland

18 de octubre de 2024

Rebasamos la primera quincena del mandato de Claudia Sheinbaum y ya nos mostró completamente su manera personal de gobernar. No hay duda de cómo será esta administración que lamentablemente hasta el 30 de octubre del 2030 -en el mejor de los casos-, termine, para que seguramente el hijo de ya saben quién, sea el próximo portador.

En nuestras narices, López Obrador se adueñó del país, muchos ni lo vieron ni lo sintieron, vamos, ni lo entendieron. Sí, ya sé que también hubo quien sí se percató, pero la mayoría ha caído en un letargo, en una resignación que se ha convertido en aceptación.

Soy de los que piensan que el estar bien y superarse, depende solo de nunca bajar los brazos a pesar de que la Nación esté ahora de una forma que nos asusta. No quiero quejarme y echarles la culpa a otros, esto nos dejó encuerados y en evidencia a todos. Hoy abrí los ojos en la mañana y eso ya es de agradecer, así que no quiero andar diciendo que estoy “mal”, no lo vaya a escuchar mi “peor” y actúe.

No avalo las acciones y actitudes rupestres de los últimos seis años de los gobernantes, pero tampoco con los anteriores que hicieron mucho mal al país y que también fueron unos sinvergüenzas que ocasionaron lo que vivimos hoy.

Claro que algunos se esmeraron, Calderón y Peña principalmente. El espectáculo circense de los senadores oficialistas con su tómbola, muestra el nivel de nuestros gobernantes, al ras de suelo. Gerardo Fernández Noroña, Adán Augusto López y Ricardo Monreal, entre otros, no escatimaron esfuerzos para exhibir su desfachatez: no podemos esperar otra cosa de ellos.

Si la reforma contemplara a los ministerios públicos y a las fiscalías, que es donde inicia el cáncer de esta podredumbre de justicia, este zarpazo se vería diferente, pero no, ellos escogerán a los candidatos triunfadores, así que tendremos jueces, magistrados y ministros a modo de López Obrador, los grandes capitales y, lo peor, el crimen organizado.

El oficialismo es el dueño de todo, incluso de la oposición de vitrina que tenemos en el Congreso, que se reconocen como opositores testimoniales, ¡para lo que nos sirven éstos! ¿Cómo pensar bien de ellos cuando al frente están Alito, Marco y Dante? Imposible hacerlo. La oposición que necesitamos, aún no nace, hay que gestarla y ya saben lo difícil que es eso de los noviazgos.

No hay quien se salve, cada día se ve con más claridad que todo estaba pactado desde antes, y que los únicos que no lo vimos, ni sospechamos nada, fuimos nosotros, los ciudadanos de a pie, que estamos muy desinformados y ocupados con nuestros propios problemas como para ver lo que le pasa realmente.

La Corte no da señales de que la ya muy enterrada esperanza de detener la bomba atómica de la reforma y de la destrucción de los organismos autónomos se desactive, lo único que vemos son unos ministros disminuidos, que se comportan como ya es evidente, entregados al poder con resignación total y esperando su pensión.

López Obrador nos regresó en el tiempo. Hace unos días estábamos en el 2024, cerca de terminar el primer cuarto del siglo XXI, y ahora retrocedimos al siglo XX, a 1970. Nos permitieron probar un poco de democracia; sí es cierto que había muchas cosas muy mal y que teníamos que arreglarlas, pero no destruirlas como lo hizo la 4T. ¿A poco nadie sabía que López llegaría a vengarse de todos?

Vivimos con temor cuando algún ser querido tiene que viajar al interior de la República, es inevitable que se ponga uno en oración. Es que nuestra realidad es esquizofrénica, es como vivir en Líbano o en Ucrania.

Tenemos cerca de 70 homicidios y 100 personas desaparecen todos los días.

Guerrero y Chiapas están controlados por el crimen organizado, Sinaloa está en medio de una constante guerra entre las dos bandas en contubernio con las autoridades locales. Guanajuato, Zacatecas, Chihuahua, Morelos, Edomex, la CDMX y algunos otros más van para allá.

Hoy tenemos otra voz en Palacio, solo vean la fotografía oficial de la presidente Sheinbaum, de pie frente al escritorio, lejos de la silla presidencial, dándole la espalda a la Bandera Nacional y con la mirada perdida hacia la izquierda. Solo faltó López sentado en la Silla para completar el mensaje masónico.

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