“Aunque la malicia oscurezca la verdad, no la puede apagar”
Refrán popular
Carlos Mota Galván.
Llegó el fin de las campañas electorales y con ello un sinfín de enseñanzas para la sociedad: lo primero, la comprobación de que para los oficialistas nada cambio, terminan como empezaron, lanzando una cargada de encuestas que pretenden desmoralizar al electorado, confundiéndolo, buscando desalentar su participación.
Otra enseñanza es que todos pueden presumir un cierre monumental en el zócalo, todo depende de los recursos con que se cuente, sin embargo también entendimos que no es lo mismo hacerlo con personas convencidas de un cambio real y dispuestos a participar en lograrlo, que llenarlo trayendo acarreados de muy diversas ciudades del interior del país y que para evitar se les retiren antes de tiempo, como ya les pasó en otros estados, mejor les contrataron al grupo musical “los ángeles azules”, para mantenerlos cautivos.
Aprehendimos que los maestros del CNTE, que ahora sí “cedieron su espacio en su supuesta protesta”, actúan más como porros del gobierno que como mentores. Entendimos llanamente que el dispendio, la chapucería, la violencia son solo unos de los recursos que están dispuestos a ejecutar con tal de no perder el poder. En una palabra, entendimos como son ellos, sin caretas ni valores éticos que puedan enarbolar.
Así, este proceso electoral los desnudo y dejó en claro que lo que está en disputa es la libertad de nuestros derechos elementales contra un populismo, que como la gangrena, destruye todo lo que alcanza, matando los tejidos, en este caso de la democracia, para buscar incorporar el totalitarismo en nuestro futuro, donde sólo unos cuantos, los suyos, resultaran beneficiados con ello.
Resulto patético escuchar como un presidente que se ha metido hasta la cocina en este proceso electoral, que ha recibido mas de 30 medidas cautelares por parte del INE, aunque sin efecto legal alguno, afirmó que ésta será la contienda más limpia y libre de la historia en el país. Por cierto, esta batalla electoral también se ha ganado el cuestionable sitial de ser la más violenta, al registrar 250 asesinatos, entre ellos 34 candidatos, y 700 actos de violencia, según contabiliza @Integralia_Mx.
Ellos niegan este hecho, siempre alegan tener otros datos. Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad dice que solo son 22 los candidatos asesinados, que el resto no puede contabilizarse en este apartado, pues no estaban registrados como candidatos, el mismo discurso que utilizaron con “la lanzadora de dovelas” del tren interurbano donde manifestaron que no se cayó, sino que se desplazo hacia el piso. O como expresó el propio López Obrador, quien argumentó que en México no hay mas violencia, sino más homicidios en su sexenio (SIC).
La violencia registrada no sólo abarca lo electoral sino permea en toda la sociedad, más de 180 mil asesinatos en el sexenio lo confirman, dentro de los cuales más de 4 mil son menores de edad, ellos también forman parte de esta estadística infame. Uno de ellos Emiliano, en Paraíso, Tabasco, sintetiza el clamor popular en el país, “no me quiero morir” decía, después de recibir un balazo cuando se defendía ante un pretendido secuestro en su contra.
El país está viviendo uno de sus capítulos más cruentos, de ahí que dos de los periódicos más importantes del mundo, The New York Times y The Washington Post, le han dedicado sus portadas a la situación que prevalece en México donde los grupos criminales expanden diariamente su poder sin que se haga nada al respecto.
La continuidad pareciera que bajo las condiciones que opera en nuestro país estaría al garete en cualquier otro lugar, sin embargo aquí, un grupo numeroso de personas siguen pensando que esa es su única vía de solución, ignorando los datos verdaderos de que la pobreza en México ha crecido con esta administración al incorporar a 3.8 millones de personas a esta estadística y de que el 74 por ciento de quienes nacieron bajo esa condición, no lograran ascender en la escala económica y morirán en las mismas condiciones.
Repetir las mismas políticas es como darse un balazo en el pie, por ello, la solución requiere plantearse una democracia participativa donde cada uno aporte sus mejores cualidades, donde no mande uno solo y los demás obedezcan, sino donde la aportación de muchos construyan una sinergia de desarrollo capaz de dar a este país el sitial que merece. La solución la tenemos en nuestras manos, ejecutemos nuestro derecho y démonos la oportunidad que merecemos. Yo, como Emiliano, no me quiero morir, no quiero que mi país muera y créame, el populismo lo fomenta.