Se moría de frío y trataba de encontrar la solución.
Se estremecía. Vivía su propio invierno. Se sacudía. Trataba de entrar en calor. Estaba aterido. Pero dentro de todo su problema, creía entender su momento: se sabía necesitado de abrigo y consuelo; quería ser apapachado; deseaba brazos que lo abrazaran. No sé acordó, esa noche, ponerse la colcha al dormir.