Arturo Zárate Vite
Todo pintaba de maravilla para los planes de Dante Delgado hasta que se le agotaron las cartas para la candidatura presidencial.
Coqueteó sin éxito con Marcelo Ebrard quien al final prefirió quedarse con la camiseta guinda. Luis Donaldo Colosio Riojas decidió que, por su juventud, lo más conveniente era esperar el 2030. El gobernador de Jalisco Enrique Alfaro optó por quedarse a cuidar su estado. Cuando creyó que ya tenía amarrada la candidatura del gobernador de Nuevo León Samuel García, el Congreso local, controlado por el bloque opositor, se encargó de truncarle la aspiración.
El mismo se eliminó del proceso interno, quizás porque no eran del todo ciertas las encuestas que presumía lo ubicaban como presidenciable. Encuestas que solo Dante conoció.
De última hora y por emergencia tuvo que postular al diputado Jorge Álvarez Máynez, desconocido para la población nacional. Como coordinador de la bancada de su partido no fue capaz de lograr que se respetara el lugar que le correspondía a su grupo en la Comisión Permanente.
Los dos momentos más significativos hasta ahora de Álvarez Máynez han sido al lado de su compadre gobernador Samuel García. Cuando lo “destapó” como candidato de Movimiento Ciudadano mientras disfrutaban una cerveza y en el palco del estadio de futbol al ver el juego de Pumas contra los Tigres de Nuevo León donde tuvo la ocurrencia de grabarse un mensaje ofensivo por el que tuvo que disculparse al ver el impacto negativo.
Movimiento Ciudadano corre el riesgo de perder el registro, de no alcanzar el 3 por ciento de la votación que exige la Constitución para preservarlo.
Y la culpa no la tiene Álvarez Máynez, sino quien lo hizo candidato presidencial, sin méritos para la competencia.
Dante Delgado después del éxito que tuvo mediáticamente al sembrar expectación sobre el nombre de su candidato y posponer su destape con el argumento de que primero sería el programa o la oferta política, entró en una espiral de errores de la que no ha salido.
Demostró que su partido es Club de Toby. Nunca existió la posibilidad de que una mujer se convirtiera en candidata presidencial. La mayoría se hizo a un lado y la senadora Indira Kempis Martínez que lo intentó, fue desplazada del proceso interno en la primera etapa. La senadora protestó. Ninguna compañera ni compañero se solidarizó con ella. Resolvió sumarse a la campaña del bloque opositor que encabeza Xóchitl Gálvez.
Cacareó la frase “con el PRI ni a la esquina” y resulta que la senadora Kempis tomó la estafeta tricolor y la ex presidenta nacional del Revolucionario Institucional Claudia Ruiz Massieu fue recibida con los brazos abiertos en el partido naranja, propuesta para diputada plurinominal.
En caída libre y sin ningún rubor, resolvió que su hijo Dante Alfonso Delgado Morales sea candidato a senador en Veracruz. Orgullo de su nepotismo como alguna vez dijera el presidente José López Portillo cuando incorporó al gabinete a su hijo José Ramón.
También hizo candidato al senado al controvertido actor Roberto Palazuelos, quien meses atrás pretendió competir por el gobierno de Quintana Roo, aspiración que perdió por sus declaraciones de prensa o revelaciones de que en alguna fiesta disparó su arma contra una persona.
Para que no quedara duda de que solo es mito el eslogan de que su partido representa lo nuevo en la política, añadió a la lista de candidatos al poder legislativo al ex presidente de la Coparmex Gustavo de Hoyos y a la ex perredista Alejandra Barrales.
En ese escenario y con ese equipo de candidatos, a Movimiento Ciudadano no lo va a salvar ni la campaña mediática del niño wixárica Yuawi López.
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