Ricardo Burgos Orozco
Eran un poco más de las ocho de la mañana cuando me subí dificultosamente al vagón en la estación Zapata de la Línea 12 hacia Mixcoac. A esa hora van sobresaturados los trenes; apenas si podemos entrar. Hasta ahora el servicio es desde Periférico Oriente; no sé cómo vamos a caber miles de pasajeros más el día que inauguren el servicio desde Tláhuac.
Entré apretadamente en el vagón y me sorprendió ver a una chica joven, no mal vestida, haciendo malabares para maquillarse en la intersección entre un vagón y el otro. No estaba sostenida de nada, venía como volando, pero haciendo un equilibrio fantástico para ponerse rímel, lápiz labial, rubor en las mejillas y hasta sacándose las cejas con unas pinzas. Todo eso lo hizo mientras llegaba a la terminal, es decir, tres estaciones de recorrido.
En los siguientes días he seguido observando a muchas chicas que seguramente no tienen tiempo de arreglarse en su casa y mientras llegan, lo hacen en el transporte público o en donde puedan, la cuestión es llegar más lindas a sus respectivos trabajos. Y he visto que no sólo lo hacen quienes van en el Metro, sino en sus autos particulares; aprovechan el semáforo y se van maquillando como una cualidad más de las mujeres. No sé si nosotros como hombres tuviéramos esa facilidad para pintarnos mientras vamos en el transporte o manejando. Yo digo que no, a menos que algún lector me diga lo contrario.
Las mujeres tienen ese don para hacer dos, tres o más cosas al mismo tiempo. Según los científicos, el hombre focaliza un objetivo y lo resuelve en menor tiempo, pero tiene menor intuición. Las mujeres tienen mayor cantidad de visualización de objetivos y la capacidad de multitareas o lo que llaman “multitasking” por el mayor número de conexiones en ambos hemisferios cerebrales.
El otro día vi a una chica que se estaba maquillando a la salida de la estación Mixcoac, con una velocidad pasmosa; terminó en unos minutos y caminó rápidamente a la entrada; se desapareció entre la multitud. He visto a infinidad de mujeres rizándose las pestañas con una cuchara; eso se me hace muy simpático, pero, según leí, es un truco muy fácil para levantar las pestañas y por eso la usan tantas personas, aunque no hay nada como traer un rizador especial, dicen las que saben.
Le pregunté a una joven hace dos días qué debes traer para maquillarte en el transporte público, ya sea Metro, Metrobús, tren ligero, trolebús. Me dijo que lo principal es quitarte la vergüenza porque normalmente toda la gente se les queda viendo cuando se están arreglando en público; también debes traer polvos, delineador, rubor, labial, una base de barra no de crema (para que no se caiga y se pueda ensuciar). Dice que ella aprovecha cada parada del Metro para delinearse las cejas; siempre espera que le den un lugar porque de pie es mucho más difícil maquillarse. Sin embargo, no es imposible, ya lo vi. Lo más complicado es maquillarse con delicadeza y cuidado porque en un frenón puedes lastimarte un ojo o dañar el arreglo.
Todo sea por llegar bien al trabajo. Como dicen: ante muerta que sencilla.