“Montas un circo y te crecen los enanos”
Refrán popular
Carlos Mota Galván
El término corcholata, ahora tan conocido y manejado por todos, fue inventado en la política mexicana por Leandro Rovirosa, secretario de Luis Echeverria durante el 175 aniversario de la independencia nacional (el mismo Raúl Castro, hermano de Fidel, tomó parte en ese acuñamiento) y se aplicó por primera vez para designar a López Portillo, quien a la postre resultaría en el candidato del PRI y futuro Presidente de la República, según ha relatado el propio mandatario nacional actual.
No obstante, quien lo llevó a su máxima divulgación ha sido precisamente Andrés Manuel López Obrador, quien en gira presidencial por su natal Tabasco el 12 de julio de 2021, mencionó: “Yo soy el destapador y mi corcholata favorita va a ser la del pueblo, esa es la regla”. Ahí, a casi 31 meses de ejercer el poder decidió que ya era hora de empezar a dar a conocer su idea de sucesión y lo demás: ya es anecdotario.
De entonces a la fecha muchas cosas han pasado, muchas leyes han sido violadas flagrantemente, muchos gritos, jaloneos y reclamos pero el proceso de precampaña ingenuamente por algunos, subrepticio, sigue su marcha avalada por el partido en el poder.
La oposición, sin una figura fuerte para competir por la Presidencia de la República hasta aquel lunes 12 de junio, donde se permitió empezar a soñar (aún no se concreta) que por fin tenían un as bajo la manga, aquella que ahora los morenistas llaman por temor la señora “X” (Xóchitl Gálvez), como si nombrarla evitara su crecimiento en las preferencias ciudadanas.
Andrés Manuel, con síntomas sugerentes de padecer una obsesión de una Persona Supresiva (del inglés, Suppresive Person) y a quienes acuñaron este término lo definen como aquellos que de forma encubierta o manifiesta deciden destruir a su enemigo pues su supervivencia depende, dicen estos, de “mantener a los demás oprimidos” o “mantener a la gente en la ignorancia”. Su tarea dicen, es perturbar y socavar de forma continua las actividades y grupos destinados al mejoramiento, así como esparcir malas noticias sobre ellos y denigrarlos.
Así pues, el mandatario nacional no conocedor de límite alguno, ha comprometido su participación imparcial obligada y deseada, por la de un jefe de campaña cayendo en la búsqueda de elementos, aún inventados, para buscar reducir a sus oponentes olvidando aquella máxima de Diógenes de que “El insulto deshonra a quien lo infiere, no a quien lo recibe”.
El Presidente, a quien por momentos se le aprecia defendiéndose como gato boca arriba, repite la tarea que le ha sido constante: echar la culpa a los medios de su desventura; ahora tocó al grupo Radio Fórmula a quien acusa de emprender una lucha mediática en su contra “invitando a quienes aún le son fieles a que no se dejen engañar en la guerra sucia que libra a diario.”
El patito que se convirtió en cisne
Sin embargo, los escándalos parecen superarlo y se suceden a diario, esta vez Eduardo Ramírez Aguilar, líder morenista en el Senado, es quien les pone nuevamente en el ojo del huracán al ventilarse que vive en un departamento de lujo comprado por una empresa (aparentemente ficticia) cuyo representante es un campesino de Chiapas, que para adquirir dicha propiedad tuvo que desembolsar 22 millones de pesos, de esos tan apreciados ahora frente al dólar.
Mientras tanto y como para aligerar los malos momentos y suprimir los tés de tila, llegan los vítores de sus allegados y las comparaciones desproporcionadas con personajes del pasado tratando de incluirlo con calzador en la terna de la historia nacional, como lo mencionado por la nueva titular de la SEGOB, Luisa María Alcalde, quien lo asemeja a Benito Juárez, en su 151 aniversario luctuoso. El chiste, se cuenta solo.