Redacción México Político
El Premio Nacional de Ciencias 2022, concedido por el gobierno federal, se otorga a quienes por sus producciones o trabajos docentes de investigación o de divulgación hayan contribuido al progreso de la ciencia, tecnología e innovación, y los galardonados fueron elegidos porque “han realizado contribuciones notables en los diversos campos en los que se otorga este reconocimiento, lo que impulsa el progreso y la innovación en los ámbitos del saber”.
Así, se ha distinguido a tres investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM): Annie Pardo Cemo y Roberto Escudero Derat en la categoría de ciencias físico-matemáticas y naturales; y Edda Lydia Sciutto Conde en tecnología, innovación y diseño, en este caso junto con Gustavo Mora Aguilera, de la Universidad de Chapingo. Se puede ver clips de los galardonados, aquí.
Annie Pardo Cemo
La profesora emérita de la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM, con 51 años de antigüedad, Annie Pardo Cemo, es bióloga, maestra y doctora en Bioquímica por la máxima casa de estudios y ha sido reconocida por su trabajo académico de investigación básica y clínica relacionada con la fibrosis pulmonar.
Investiga sobre los mecanismos celulares y moleculares involucrados en la patogénesis de las enfermedades fibrosantes de pulmón, y el papel de unas proteínas llamadas metaloproteasas de matriz en la fisiopatología de las enfermedades pulmonares crónico-degenerativas, por lo que al declarar que se siente contenta y orgullosa por el reconocimiento, también señaló que este trabajo ha sido posible gracias a la colaboración, desde hace 30 años, con el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER).
Esta colaboración ha sido sinérgica, según explicó, pues en el INER estudian y atienden a pacientes con este tipo de enfermedades desde el punto de vista clínico, pero precisó que “previo a ese trabajo, investigué los procesos de esta proteína, pero a nivel experimental y no con la enfermedad humana” y consideró que el trabajo conjunto entre investigación básica y clínica ha sido fundamental.
“Nosotros –agregó Pardo Cemo- hemos aprendido de los clínicos cómo se presentan estos padecimientos en los diversos tipos de fibrosis pulmonar (…) Ellos nos proporcionan de las biopsias humanas (…) son células con las que hacemos estudios moleculares y comparativos con células que no tienen la enfermedad. Juntos nos hemos ido enriqueciendo”.
Edda Sciutto Conde
La investigadora del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBO), Edda Sciutto Conde, tiene una relación añeja con la cisticercosis: conoció la afección a través de su entonces esposo, Carlos Larralde, investigador emérito también del IIBO, y a partir de entonces le pareció un área de estudio fascinante donde podía aportar sus conocimientos en distintas fases de la enfermedad, incluso pensó en mejorar el diagnóstico y desarrollar estrategias para su prevención.
Sus hallazgos son que la cisticercosis es una enfermedad desatendida, estrechamente relacionada con la pobreza, por lo que a lo largo de los años, ella y su equipo han desarrollado tres versiones de una vacuna para el cerdo, animal crucial como hospedero intermediario en la transmisión del parásito. La premisa es que si el cerdo no se enferma, incluso al tener contacto con las heces, se puede interrumpir la vida del parásito, una conclusión a la que llegó desde hace años.
Así, los desarrollos de la vacuna son tres: la primera fue sintética; la siguiente, recombinante y de menor costo; y la tercera, una versión oral desarrollada en células vegetales, específicamente en la papaya. A pesar de los logros, los laboratorios no han mostrado interés para su producción, por lo que la investigadora y su equipo trabajan en una cuarta versión oral que, además de brindar inmunidad, actúa como antiparasitario, y que además resulte económicamente más atractiva para los laboratorios farmacéuticos para poder producirla y comercializarla lo que podría ocurrir a más tardar el año siguiente.
Sciutto Conde y su equipo han trabajado siempre de forma interdisciplinaria con investigadores y estudiantes de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, la Facultad de Medicina y de universidades como la de Morelos, la de Puebla y la de San Luis Potosí. La galardonada tiene plena confianza en que el conocimiento adquirido puede ser de utilidad para la sociedad.
Roberto Escudero Derat
Desde hace más de cinco décadas, el físico Roberto Escudero Derat ha buscado impartir a sus estudiantes el interés por la ciencia y la importancia de ésta para el futuro del país, por lo que señala que recibir esta distinción, además de que “es un placer enorme, también “es un gran logro para mí y mis estudiantes”.
Ha graduado cerca de 15 doctores, más de 30 maestros en Ciencia y otros treinta y tantos físicos, químicos e ingenieros, recuerda el investigador de medio tiempo en el Centro de Materiales, ahora Instituto de Investigaciones en Materiales (IIM), y añade que “también tengo muchos alumnos de posdoctorado que trabajan en varias partes del mundo. Me interesa tratar de formar estudiantes que sean buenos científicos, ingenieros, profesores”. El doctor en Física por la Universidad de Waterloo y especialista en superconductividad ha sido reconocido ya que “en el IIM tenemos equipos de baja temperatura de criogenia. Es el único laboratorio en México que tiene dos licuefactores de helio, dos licuefactores de nitrógeno, equipos para conseguir muy bajas temperaturas, un sistema para bajar la temperatura en el orden de 10 milésimas del cero absoluto. Todo se ha conseguido con años y años de trabajo”. Y aunque no se siente atraído por los reconocimientos, es agradecido con el IIM y su Consejo Interno por su postulación.