Miguel A. Rocha Valencia
Aunque el empresario Germán Larrea no merece más de lo que se ganó por agachón cuando golpearon a otros hombres de negocios, el hecho de que con un solo movimiento el ganso le haga perder cerca de 28 mil millones de pesos, seguramente traerá consecuencias para los mexicanos pues nuevamente golpeará la inversión privada más allá de los 30 mil empleados de Grupo México.
Máxime si se toma en cuenta que de acuerdo con el Inegi, la inversión pública en este sexenio es la menor en los últimos 30 años ya que sólo representa en 2.5 por ciento del PIB y todos aquellos proyectos que el gobierno e iniciativa privada realizarían, quedaron sólo como un sueño y como un acto de relumbrón, protocolario donde muchos empresarios sólo se exhibieron.
Es por ello que el país no aprovecha las oportunidades de crecimiento que se han presentado ni los momentos de estabilidad monetaria: no hay inversión para obras de infraestructura pues todo el recurso presupuestal destinado para tal efecto, se lo han llevado las patrióticas obras del profeta de la 4T donde se esconde una gran putrefacción en el manejo de los dineros.
De hecho eso es lo que no quieren en el gobierno que se sepa o mejor dicho los destinatarios de esas inversiones como son el Ejército y la Marina, quienes no sólo son quienes ejercen la “inversión” con la asignación de contratos directos, sin licitación y en lo oscurito, aunque no tanto pues de todos modos salen a flote entra de miles de millones de pesos a empresas que no existen o sin capacidad de suministrar lo requerido en los convenios.
En esos proyectos si hay empresas privadas especialmente de Carlos Slim (el de la línea 12 que se cayó) pero no como inversionistas sino como contratistas cuyos pagos de trabajos están asegurados por Banobras, como sucede en el Tren Maya donde la opacidad es tan grande que ni en el mismo gobierno la pueden ocultar.
Pero además.la forma ominosa y perversa como actúa el caudillo de Macuspana hará que quien quiera invertir, nacional o extranjero, la piense varias veces o de plano como muchos ya lo hacen, esperarán a mejores tiempos, a que concluya este sexenio de miedo donde por un lado, les sonríen y al voltearse les dan garrotazos a traición, alevosía y ventaja como le ocurrió al poseedor de una calculada en 25 mil millones de dólares.
Tan es así que la compra de Citi Banamex por parte de Grupo México quedará en el aire pues no hay una garantía que después de pagarse los cerca de ocho mil millones de pesos por el banco, no se embargado por “seguridad” o “interés” nacional como lo fue Ferrosur, cuya acción se dio un día después de que el mismo mesías tropical diera su visto bueno para la adquisición de la institución financiera por Germán Larrea.
Al hecho en sí algunos lo atribuyen a que el ganso actúa conforme al “librito” del populismo y las líneas del Foro de Sao Paulo donde se plantea no sólo las expropiaciones sino el sometimiento de los empresarios, hecho que en parte, se cumplió, pero hasta cierto punto.
Hoy, seguramente Larrea y asociados pusieron a buen resguardo sus activos y cuentas corrientes ante una embestida mayor que por cualquier motivo se les ocurra en Palacio Nacional.
Pero está también el lado político pues esta acción, se inscribiría en la feroz embestida contra el poder Judicial en donde todos los lacayos del machuchón de Macuspana están enfrascados pues en el plan además del sometimiento del Congreso, está el de las instituciones autónomas entre ellas el INE que al parecer ya cayó gracias a su nueva presidenta Guadalupe Taddei Zavala, además de la Suprema Corte de Justicia de la Nacional donde el asedio arrecia todos los días.
Claro se dirá que México no es Cuba, Venezuela a Nicaragua, pero los estragos que dejará la chachalaca tabasqueña serán tan enormes que quien le suceda tendrá un sexenio oscuro, de reconstrucción, pero será peor si se aferra al poder ya que la noche más oscura de que se tenga memoria caerá sobre los mexicanos.
Al final el último dique serían los periodistas y ahí, ya veremos.