noviembre 23, 2024

Historias en el Metro: Buscando a Borola Tacuche

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Ricardo Burgos Orozco

Una de las historietas con las que aprendí a leer de chamaco fue La Familia Burrón, del genial don Gabriel Vargas. Una familia de las que ahora le dirían “aspiracional” porque eran de nivel económico bajo, pero la señora de la casa se sentía “fifí”; nos hacía reír a todos quienes disfrutábamos de sus ocurrencias cada semana.

Hace varios meses les platiqué que entre las líneas 12 y 3 de la estación Zapata está un espacio dedicado a los caricaturistas de México. Hay cartones en las paredes y en los techos de caricaturas de infinidad de moneros como Rius, El Fiscón, Magú, Kemchs, José Guadalupe Posada, Heras y muchos más: Hay hasta una tienda donde te venden revistas, cuentos e historietas de los caricaturistas.
La primera vez que visité este museo, una de las figuras más populares era una imagen enorme de doña Borola Tacuche, fina esposa de don Regino Burrón, el peluquero del Callejón del Cuajo. Mucha gente pasaba por ahí y se tomaba fotos con la figura de la dama, pero resulta que ya no está. Por supuesto, pregunté a varios vigilantes y no me supieron decir dónde está después que la Línea 12 estuvo cerrada por 18 meses por el accidente del 3 de mayo de 2021.
Un policía me dijo que la habían cambiado de lugar, que estaba ahora en los pasillos de la Línea 12; la busqué, pero tampoco estaba ahí. Le pregunté al encargado de la tienda de revistas, tampoco me supo decir que fue de la figura de Borola Tacuche.

Ya decía yo, una efigie de ese tamaño no se desaparece, así como si nada. Mide un metro con 80 centímetros, vestido con traje de noche color rosa, zapatillas color rojo y una estola entre color gris y mugre que le rodea el cuello. Es inconfundible.
Le pregunté también a quienes estaban en ese momento en la oficina del jefe de estación. Seguro ellos sí saben, pensé, pero tampoco me pudieron informar sobre la popular figura. Eso sí, estoy seguro no se la robaron porque, según supe, pesa mucho y además, en las salidas del Metro hay mucha vigilancia y sería imposible que un objeto así pudiera ser sustraído sin ser visto y en su caso, sería detenido por los vigilantes.
Borola Tacuche no es una mujer cualquiera, como fue concebida por el genio de don Gabriel Vargas. Ama a su familia como a nadie y la defiende ferozmente, aunque se avergüenza que su marido sea simplemente un peluquero; cuando sale a la calle viste con sombreros supuestamente elegantes, botas de diseñador y un grueso abrigo sin importar el clima. Nadie sabe de dónde sacaba para comprar su vestimenta, pero dicen que el dinero lo obtenía de negocios turbios que realiza a escondidas de su marido.

En uno de los pasillos interrogué a un amable vigilante; me platicó por fin que se llevaron hace como un mes a Borola Tacuche para darle unos retoques porque ya se estaba despintando, no sabe adónde y tampoco cuándo va a regresar y si va a regresar.

Ya no está por ahora la figura de Borola Tacuche en la estación Zapata, pero vale la pena visitar el Museo de la Caricatura. Es recomendable ir con todo el tiempo del mundo porque se cansa uno la vista y el cuello de tanto caminar. Aprovecha el domingo que está más tranquilo porque entre semana los miles de usuarios no tan fácilmente te permiten admirar las ilustraciones.
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