Por Daniel Lee

Las muertes de trabajadores latinos en Estados Unidos aumentaron 13% entre 2024 y 2025, y autoridades laborales confirman que la mayoría de las víctimas son de origen mexicano.
El repunte, se concentra en sectores de construcción, agricultura y logística, donde los migrantes realizan labores de mayor peligro y con menor supervisión de seguridad, de acuerdo con el más reciente informe de la AFL-CIO —la mayor federación sindical de Estados Unidos.
Pero mire usted, el fenómeno responde a una combinación de factores estructurales: los mexicanos suelen ocupar los puestos con mayores riesgos —trabajo en alturas, maquinaria pesada, jornadas extenuantes o manejo de cargas—, al mismo tiempo que enfrentan condiciones de vulnerabilidad vinculadas a su estatus migratorio.
De acuerdo con especialistas, muchos trabajadores indocumentados temen reportar fallas de seguridad, rechazar tareas peligrosas o denunciar abusos por riesgo a perder su empleo o ser detenidos por autoridades migratorias, lo que reduce significativamente los controles y aumenta la probabilidad de accidentes graves.

Para muchos migrantes —principalmente mexicanos— el problema no es solo el riesgo intrínseco al trabajo, sino la vulnerabilidad estructural. Su estatus migratorio irregular, el miedo a perder el empleo o a ser deportados, la falta de acceso a representación legal, y las barreras del idioma y la información, incrementan su exposición. En consecuencia, muchos trabajos peligrosos se reparten entre quienes tienen menos capacidad de exigir seguridad y mejores condiciones.
Bajo este contexto, la explotación laboral se mezcla con la precariedad migratoria y termina costando vidas. Los datos recientes del AFL-CIO confirman esta relación: los trabajadores latinos —la mayoría inmigrantes— siguen siendo el grupo con mayor riesgo de morir en el trabajo.
Centros de investigación advierten que el incremento en muertes no es un fenómeno aislado, sino el reflejo de un sistema donde convergen explotación laboral, falta de regulación efectiva y altos niveles de informalidad en el empleo migrante. En sectores como la construcción y el empaque agrícola, es común que los contratistas subcontraten personal sin garantizar equipo de protección adecuado ni capacitación básica. En centros de distribución y logística, los ritmos acelerados y la presión por cumplir metas también elevan el riesgo de accidentes fatales.
Mientras EU continúa debatiendo políticas migratorias restrictivas, la dependencia económica de la mano de obra mexicana sigue creciendo.
Sin embargo, la ausencia de reformas integrales mantiene a miles de trabajadores en la precariedad, sin inspecciones suficientes ni mecanismos claros de protección. De esta manera, las muertes laborales de migrantes mexicanos se han convertido en un indicador crítico que evidencia la urgencia de replantear tanto la política migratoria como las condiciones de seguridad en los sectores que más dependen de esta fuerza de trabajo. Bueno, pues así las cosas.
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