Por Luis Sunderland Méndez
X@LouSunderland
7 de noviembre de 2025

El artero y despreciable asesinato de Carlos Manzo, edil de Uruapan, Michoacán el pasado sábado 1 de noviembre a manos del crimen organizado que es quien manda en ese estado y en casi todo el país, impactó en las conciencias de millones de mexicanos que vemos a nuestro México, cedido por todos los niveles de gobierno al crimen organizado y dejando al descubierto ese terrible contubernio que nos ahoga.
El ejecutado presidente municipal, disfrutaba de la festividad del Encendido velas propia de la fecha, rodeado de su familia y de una muy nutrida parte de la sociedad local que lo admiraban y le agradecían su valiente lucha por devolverle a Uruapan, la tranquilidad de ese precioso lugar. El municipio cuenta con un poco más de 360 mil habitantes y es el segundo en importancia en el estado.
Carlos Manzo se hacía acompañar de personal de seguridad y de 14 elementos de la Guardia Nacional y aun así, el asesino logró acercarse lo suficiente para ultimarlo.
El munícipe había ya pedido en diversas ocasiones, literalmente rogando a la presidente Claudia Sheinbaum y al gobernador del estado Alfredo Ramírez Bedolla, que mandaran ayuda para combatir la terrible inseguridad en su municipio y en el estado en general; varias veces había dicho que lo iban a matar.
Explicaba claramente que la policía municipal no podía hacerle frente al poderío del armamento de los cárteles y que si el secretario de seguridad y protección ciudadana Omar García Harfuch sabía la localización de los principales capos, dejaran de ser reactivos y que fueran y los combatieran ahí, donde se esconden.
Aunque la violencia en Michoacán inició desde la administración de Fox en 2007 y con Calderón se contuvo un poco a pedido del en aquel entonces gobernador, Lázaro Cárdenas Batel en el 2008, después esta, se salió del control y los cárteles se adueñaron del poder. En la administración de Peña, poco se pudo hacer, pero fue en la de López, con su absurda política de “abrazos y no balazos”, la vida para los pobladores michoacanos se volvió imposible.
Sheinbaum ha abandonado en los hechos con algunas acciones, por la presión de Trump, esa irresponsable política, pero en los dichos sigue con su postura de defender la soberanía y desdeñando la ayuda de los estadounidenses, prefiere atacar las causas y no directamente combatir a los cárteles.
Muy grave error, en el lapso de dos semanas, dos personalidades han pagado con su vida esa política fallida. Bernardo Bravo Manríquez, presidente de la Asociación de Citricultores del Valle de Apatzingán, también denunció que su vida corría peligro, él es la otra víctima de la inacción gubernamental federal.
La primera reacción de Sheinbaum fue verdaderamente patética y provocó el repudio general de la sociedad que ve con horror y coraje que este gobierno resultó peor que el anterior y que a la Presidente le quedó muy grande el cargo, cada día se nos confirma que vivimos en un narco estado.
Sheinbaum prefirió culpar a Calderón, a la derecha y a la prensa que solo la ataca, lo único que le falta decir es lo que López convirtió en un mal chiste clásico, “es un compló”, para ella todo es una campaña en su contra.
Ahora nos anuncia que volverá a lo que ni Peña pudo hacer y lanza de nuevo el mismo Plan Michoacán, pero dice que no pretende militarizar a México. Si usted sabe de qué habla, platíqueme por favor, México ya no puede ser más militarizado, le ha dado todo a las Fuerzas Armadas, desde duplicarles el presupuesto para el 2026, las aduanas, los trenes, los aeropuertos, una línea aérea; los militares andan por toda la república haciendo presencia y de vez en cuando, se ven obligados a contestar las agresiones de las que son objeto por parte de los cárteles.
Ahora solo queda desear que su viuda, Grecia Quiroz, pueda ejercer su cargo de presidente interino y que las autoridades federales no la abandonen como lo hicieron con su marido. Ella lanza un reto enorme a la sociedad nacional, será una dura prueba para todos los que nos indignamos con el crimen. ¿Lo olvidaremos rápidamente al pasar los días? ¿Cuándo nos daremos cuenta de que el problema somos nosotros, los que le volteamos la espalda a México?