octubre 21, 2025

No Kings el grito migrante que desafía al autoritarismo

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Por Daniel Lee

En las calles de Chicago, Nueva York y San Francisco, el eco de un grito se repite con fuerza: No Kings.

No a los reyes.

No a los dictadores.

No al miedo que desde la Casa Blanca busca someter a millones de migrantes.

Entre las pancartas y consignas, sobresale la voz de los connacionales que hoy viven, trabajan y resisten en Estados Unidos, decididos a defender su derecho a existir sin ser perseguidos por su origen.

Chicago, una de las principales ciudades santuario del país, fue el corazón de esta jornada de protesta que se extendió a más de *2,700 puntos en todo Estados Unidos. Desde el Grand Park hasta la Torre Trump, miles de personas marcharon pacíficamente denunciando las redadas del ICE, las deportaciones sin orden judicial y la militarización de las ciudades. “Estas acciones se parecen más a las de un monarca que a las de un presidente”, afirmó *Artemio Arriola, director de enlace comunitario de la Coalición por los Derechos de los Migrantes y Refugiados de Illinois.

El movimiento “No Kings”, impulsado por más de 300 organizaciones civiles, tiene un mensaje claro: “En Estados Unidos no tenemos reyes”. Pero bajo el gobierno de Trump, esa afirmación ha dejado de ser obvia. La vigilancia ideológica, las redadas masivas y el uso de la Guardia Nacional contra comunidades migrantes evidencian un intento sistemático de quebrar los cimientos democráticos del país. No se trata solo de política: es una batalla por la dignidad.

Para miles de mexicanos y latinoamericanos que viven en Estados Unidos, esta movilización simboliza algo más profundo. Es el recordatorio de que los derechos humanos no se negocian y que la identidad migrante no es un delito. Desde hace meses, las comunidades de connacionales han sido blanco de redadas, persecución judicial y campañas de intimidación. Sin embargo, también han construido redes de apoyo, refugios legales y espacios de resistencia cívica que hoy nutren este movimiento nacional.

Mientras Trump se defiende en los medios diciendo: “Dicen que me llaman rey. No soy un rey”, los hechos lo desmienten. Su administración ha desplegado tropas federales, reprimido protestas y criminalizado a quienes buscan asilo o defienden a los indocumentados. El manual clásico del autoritarismo, diría la activista Leah Greenberg: “Amenazar, difamar y mentir, para asustar a la gente hasta que obedezca”.

En ciudades como San Francisco, Atlanta o Nueva Orleans, los migrantes han estado al frente de las marchas, muchos portando la bandera estadounidense junto a la mexicana, como una forma de reclamar la doble pertenencia que el poder quiere negarles. “No somos súbditos. Somos ciudadanos. Somos trabajadores. Somos parte de este país”, gritaban frente a la Torre Trump.

El actor Robert De Niro lo resumió con una frase que recorrió las redes: “Hemos tenido dos siglos y medio de democracia. Ahora tenemos a un aspirante a rey que quiere arrebatárnosla: el Rey Donald I”. Pero los verdaderos protagonistas de esta historia no son las celebridades, sino los migrantes anónimos que, pese al miedo, salieron a las calles a decir basta.

Desde Illinois hasta California, desde Texas hasta Nueva York, los connacionales marcharon para recordarle al país que los recibió —y que ahora los persigue— que la democracia se defiende también desde los márgenes. Que el trabajo de los migrantes sostiene la economía que Trump pretende monopolizar. Y que en Estados Unidos, como gritan los carteles, “no hay tronos, solo derechos”.

Porque mientras haya un migrante dispuesto a alzar la voz, ningún presidente podrá proclamarse rey.

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