septiembre 15, 2025

Aranceles: ¿protección necesaria o trampa para la economía mexicana?

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Por Julio de Jesús Ramos García

En estos días se ha reavivado el debate sobre el uso de aranceles como instrumento de política comercial en México. Hacienda ha presentado propuestas para aumentar tarifas de importación (aranceles) a productos que provienen de países con los que México no tiene tratados comerciales, con el objetivo de fortalecer la industria nacional, generar ingresos fiscales adicionales y corregir desequilibrios en la balanza comercial.

Algunos de los elementos más sobresalientes de la propuesta son:

  • Aranceles entre 10% y 50% para un conjunto de mercancías importadas, en particular aquellas provenientes de países sin acuerdos comerciales vigentes.
  • La medida aplicaría a fracciones arancelarias que abarcan industrias sensibles como la automotriz, textil, plástico, acero, aluminio, vidrio, calzado, muebles, entre otras.
  • Se proyecta un aumento considerable en la recaudación por este rubro: Hacienda estima que los ingresos tributarios por importaciones pasarían de ~181,100 millones de pesos en 2025 a ~254,800 millones en 2026, si la medida entra en vigor.
  • Se habla también de generar unos 70,000 millones de pesos adicionales en ingresos por estos aranceles extra.

Los efectos no serán uniformes: algunas regiones podrían beneficiarse (las que ya tienen capacidad industrial), otras no. Los consumidores de clases menos pudientes podrían sentir el golpe más fuerte, al encarecerse productos básicos importados.

En mi opinión, la medida es entendible y puede tener sentido estratégico si se implementa con cuidado, en conjunto con otras políticas complementarias. No creo que los aranceles por sí solos sean la solución, pero bien diseñados pueden ayudar a construir una industria mexicana más robusta.

Para que funcionen, considero que debe acompañarse de:

  • Programas de apoyo a la innovación, modernización tecnológica y mejora de productividad de las empresas nacionales.
  • Políticas claras para garantizar que los costos de producción internos sean más competitivos (mejor infraestructura, menores costos logísticos, energía, aduanas eficientes).
  • Efectos de protección temporal, no permanente: los aranceles deberían servir como estímulo inicial, con plazos definidos, para que la industria se adapte, crezca y compita.
  • Mecanismos de monitoreo que eviten abusos, corrupción o concesiones injustificadas.
  • Transparencia y diálogo con los distintos actores industriales, con el consumidor, para prever y mitigar impactos sociales.

Apreciables lectores tengamos en cuenta, que los aranceles que propone Hacienda representan una apuesta importante por un modelo industrial más autosuficiente y por reforzar la recaudación, frente a un mundo económicamente inestable y una geopolítica comercial cada vez más proteccionista. Sin embargo, no están exentos de riesgos, especialmente en materia de inflación, costos industriales y equidad social.

Si el gobierno logra combinarlos con políticas bien pensadas, eficiencia, transparencia y enfoques de mediano plazo, podrían terminar siendo una palanca positiva para el desarrollo económico mexicano. De lo contrario, corremos el riesgo de que la medida beneficie sólo a unos cuantos sectores, encarezca la vida para muchos y genere distorsiones difíciles de corregir.

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