
Por Daniel Lee
En México, la migración se nombra, pero no se reconoce en toda su complejidad. La presidenta Claudia Sheinbaum ha hecho de los migrantes mexicanos en Estados Unidos una metáfora de “héroes y heroínas de la patria”, pero apenas dedica palabras a los miles de extranjeros que buscan refugio, empleo o un proyecto de vida en territorio nacional.
Entre tanto, tenemos una Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), debilitada presupuestalmente, opera con páginas web desactualizadas desde 2016, oficinas desplazadas por presiones vecinales y redes sociales que promueven actos de sus funcionarios más que información útil.
Ese vacío institucional lo ocupan estafadores que venden turnos, abogados que lucran con la desesperación y cuentas falsas en TikTok que ofrecen “residencias exprés” o “visas canadienses” a cambio de cientos de dólares. El Estado, al no informar, es cómplice pasivo de ese mercado de la desinformación.
El efecto no es menor: migrantes sin papeles, solicitudes de refugio acumuladas, tarjetas humanitarias negadas y miles de personas a la deriva en un país que les pide paciencia mientras les deja en manos de la extorsión. El derecho a la información y al debido proceso, establecido en la ley mexicana y en compromisos internacionales, se incumple de manera sistemática.
PERO HAY MÁS. El silencio es mas que evidente: de 405 veces que pronunció “migración” en conferencias desde octubre de 2024, apenas dos fueron para referirse a “migrantes en México”.
El contraste entre la narrativa oficial del “humanismo mexicano” y la realidad en las calles, oficinas migratorias y albergues es de pena ajena. La retórica solidaria se estrella contra estadísticas que exhiben una maquinaria de contención: más de un millón de detenciones en 2024, miles de deportaciones y un aparato burocrático que, lejos de acompañar, desinforma y abre las puertas a la corrupción, al coyotaje y al crimen organizado.
México dejó de ser solo país de tránsito: casi la mitad de quienes ingresan de manera irregular ahora lo ven como destino. Sin embargo, el Estado sigue actuando como si se tratara únicamente de un territorio de paso que debe administrar presiones de Washington. La misión, como reconoce Tonatiuh Guillén, excomisionado del INM, se alinea con los intereses estadounidenses: reducir llegadas y permanencia, sin importar el costo humano.
Lo más grave no es solo la omisión, sino la estrategia política detrás de ella. La ausencia de migrantes extranjeros en el discurso presidencial no es casual: invisibilizarlos es la forma más eficaz de justificar políticas restrictivas y alineadas con el endurecimiento fronterizo de Trump y Biden. Bajo esa lógica, mientras los mexicanos en Estados Unidos son exaltados como orgullo nacional, los migrantes en México son tratados como un problema que debe administrarse en silencio.
México se encuentra en una encrucijada. Si realmente aspira a un liderazgo regional en derechos humanos, no puede limitarse a ser el guardián fronterizo de Washington ni delegar la vida de miles de personas a la corrupción y la desinformación. La contradicción es insostenible: un país que exige dignidad para sus connacionales en el exterior, pero que niega orientación y certeza jurídica a quienes llegan a su territorio.
El reto no es menor: construir una política migratoria que reconozca que México ya no es solo un país de emigración, sino también de destino. Eso implica dotar a COMAR e INM de recursos y transparencia, garantizar información clara y accesible, y asumir de frente el debate público. Mientras la migración extranjera siga ausente de la retórica presidencial, seguirá siendo terreno fértil para estafadores, abusos y violaciones de derechos humanos.
La pregunta es: ¿cuánto tiempo más podrá sostenerse el discurso del “humanismo mexicano” cuando las cifras, los vacíos institucionales y los testimonios en Naucalpan, Tapachula o Monterrey hablan de todo lo contrario?
Además, de dotar de mas recursos, de mas dinero a organismos como la COMAR y el INM, quien garantiza que estos sean ejercidos correctamente y sin corrupción como ha ocurrido de manera descarada en la presente y la pasada administración que, poco o nada les importó la suerte de nuestros paisanos en EU.
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