
Por Arturo Zárate Vite
Un mal spot o anuncio de partido político puede hacer perder la elección y en ocasiones sufrir la peor derrota. Si alguien lo duda que les pregunte a los dirigentes del PRI y PAN que, a pesar de su desgastada imagen, decidieron aparecer en los mensajes de 2024. Fue uno de los graves errores en las campañas, porque en vez de sumar, restaban.
Se requiere ser muy creativo para conseguir que el spot cumpla el objetivo. Tendría que ser una genialidad si logra ganar seguidores y al mismo tiempo quitarle simpatizantes al adversario.
El partido que más ingenio ha tenido para los spots ha sido Movimiento Ciudadano. Le ha funcionado su musicalización y no hay duda que el número uno ha sido el que protagonizó el niño huichol Yuawi López, con una simpatía natural que ya la quisiera cualquier candidato.
Fue tal su éxito que llamó la atención en otros países, por la imagen del pequeño, su voz y el ritmo de la música.
¿Y por qué no hizo ganar la elección presidencial al movimiento naranja?
Existen otros factores que también se tienen que tomar en cuenta y esos no los tiene el partido de Dante Delgado. No han pasado de ganar las elecciones en los estados de Jalisco y Nuevo León.
Cuenta, por supuesto, la calidad del candidato o candidata, su capacidad para ofrecer la mejor propuesta de gobierno, la simpatía, la seguridad en la voz, la imagen, seriedad, la trayectoria y experiencia.
El spot es importante pero no es todo.
Muchos de los millones de spots que se difunden en los procesos electorales merecen ir a la basura, no aportan nada, aburren, bajan el rating de la televisora o radiodifusora que los transmite, por ley.
Se supone que son para dar a conocer a los aspirantes y prácticamente todos alcanzan este objetivo, para bien o mal. Lo más complejo es que lo que se diga e 30 segundos lo digiera el radioescucha o televidente, lo acepte y convenza.
Con el spot del niño huichol, la gente quedó encantada por la voz y figura. Si el niño hubiera sido el candidato presidencial, imposible por ser menor de edad, hubiera derrotado a todos y todas, un triunfo arrollador.
Nada más que el niño no era el competidor.
Como se puede desprender de este ejemplo, por el impacto de los spots de todos los partidos, se desperdicia dinero y tiempo en la televisión y radio. Son excepciones cuando alguien sabe sacarle el mayor provecho a los medios.
Por eso es un tema que también se encuentra en la mesa de la reforma electoral, porque de lo que se trata es de mejorar todo lo que se hace en esta materia, en beneficio de la competencia política y los electores.
Hay otro spot que cumplió en parte su cometido. Supo vender la frase “López Obrador es un peligro para México”. Minó la imagen del tabasqueño, aunque no como esperaba en 2006 el grupo en el poder. Tuvo que echar mano de otras artimañas para que oficialmente le dieran la ventaja a su candidato que perpetuó la frase “haiga sido como haiga sido”.
En la elección del año pasado, Alejandro Moreno (PRI) y Marko Cortés (PAN), arruinaron la campaña de la oposición. Llegaron al extremo de acaparar spots de sus partidos. Las consecuencias son conocidas. Sus organizaciones están cerca de entrar a un proceso de extinción.
Nadie niega la importancia de los spots y los partidos están en todo su derecho de hacerlos como mejor les parezca, sin que atenten contra las reglas de la competencia electoral.
Sin embargo, algo se debería hacer para que dejen de ser una monserga para los electores.
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