junio 24, 2025

¿Cómo le digo?

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Por Daniel Lee Vargas

Adrian Clouatre, veterano de la infantería de marina, enfrenta cada noche la pregunta más desgarradora: ¿Dónde está mamá? Su pequeño hijo Noah, de apenas dos años, busca respuestas que su padre no sabe cómo dar. Y mientras su hija recién nacida, Lyn, llora por el pecho materno que ahora le está negado, Adrian sostiene el biberón con las manos que alguna vez empuñaron un arma para defender la bandera estadounidense.
La madre de sus hijos, Paola Clouatre, es una joven mexicana de 25 años que fue detenida por agentes de inmigración y puesta en proceso de deportación. Su “crimen”: haber llegado siendo niña a Estados Unidos, en brazos de su madre, huyendo de la violencia y buscando asilo. El otro “crimen”: haberse enamorado de un ciudadano estadounidense que ha servido a su país, formar una familia y atreverse a soñar con la legalidad.
La legalidad se ha vuelto una trampa. Este caso no es una excepción. Refleja la dura realidad que viven miles de familias mexicanas en Estados Unidos, incluso aquellas que tienen lazos con ciudadanos norteamericanos y con veteranos de guerra. En lugar de recibir apoyo para regularizar su situación, muchas -como Paola- son criminalizadas por errores cometidos en la infancia, por omisiones ajenas, por su nacionalidad.
Durante años, los reclutadores del Cuerpo de Marines vendieron a los jóvenes latinos, en especial a los mexicanos, la idea de que enlistarse era una vía para proteger a sus familias. Hoy, esa promesa se ha quebrado. El gobierno ya no hace excepciones, ni siquiera con quienes sirvieron con honor. De hecho, el caso de Paola no solo es alarmante por su detención, sino porque ocurrió en el marco de una cita legal, como parte de su proceso de residencia.
La historia recuerda a otros momentos oscuros de la política migratoria estadounidense, como el caso del veterano Miguel Pérez Jr., cuya esposa mexicana también fue deportada. Lo que parecía impensable -arrebatarle a un veterano a su pareja mexicana- se ha vuelto política sistemática.
Y mientras tanto, en redes sociales, los anuncios del Cuerpo de Marines siguen dirigiéndose a la comunidad latina, promoviendo el alistamiento como “protección contra la deportación”. Una promesa vacía que choca contra una realidad despiadada.
Adrian recorre ocho horas de carretera desde Baton Rouge hasta un centro de detención en Monroe para ver a su esposa. Cada vez que puede. Con el corazón en la mano. Con el anillo de bodas en el bolsillo. Mientras tanto, los burócratas en Washington se escudan en tecnicismos legales y en una retórica de “estado de Derecho” que ignora el drama humano detrás de cada caso.
Porque sí, Paola Clouatre es mexicana. Pero también es madre. Es esposa. Es parte de la historia compartida entre dos países que se prometen aliados, pero tratan a las personas como números, como estorbos, como amenazas.
Esta no es sólo la historia de una mujer mexicana detenida. Es la historia de un sistema que ha perdido el alma. Y es un llamado urgente: cuando ni siquiera ser esposa de un veterano basta para detener la maquinaria migratoria, ¿qué nos queda?
El caso de Adrian refleja una promesa rota cuando servir a Estados Unidos no es suficiente para proteger a tu familia.
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