
Leí la Cultura Impar de la semana, y me motivó a escribir algo:
Efectivamente, la mayoría de los gobernantes en el mundo y en la historia se han distinguido por mantener una distancia con su pueblo. Incluso los que presumen de cercanía con él (los populistas) mantienen esa distancia pues terminan por vivir una vida gozosa, a años luz de la vida de las mayorías que dicen representar.
Esa distancia ha sido marcada por distintos simbolos: desde la vara, el plumaje, la diadema, pasando por el trono, el estandarte, el escudo, hasta llegar a la corona, el anillo o la banda presidencial…
De todos esos símbolos han derivado siempre largas listas de privilegios, lujos y confort.
Por eso, de esa asociación entre símbolos del poder y privilegios, nació la ambición y la lucha por los puestos de gobierno.
Imaginémonos qué hubiera sucedido si desde un principio no hubiera existido esa asociación, es decir, si se hubiesen visto los puestos del poder como un trabajo más, cualquiera, que no conllevaran lujos ni excesos asociados.
Entonces, la humanidad hubiera crecido viendo como algo natural que unos se ocuparan del gobierno, por un tiempo, recibieran su paga, si lo hicieron bien, y se regresaran a sus respectivos oficios, integrándose de vuelta a su vida común, no de gobierno.
¿Es eso imposible de alcanzar?
Parece que no. Y tenemos como ejemplo el caso de la señora Merker, de Alemania. Virtuosa política, excelsa administradora, magistral diplomática, que jamás dejó su vida doméstica, profesional y común al lado de sus funciones de estado. Cuando terminó su mandato, se reintegró a sus oficios comunes, quedando en un nivel económico bueno, digno, suficientemente alto, equivalente al de cualquier buen profesional. Podrá ser juzgada por varios errores (como todo político); pero respecto de esta actuación que describo, no.
En lo personal, creo que debemos partir de casos concretos como este para ir mirando hacia un nuevo concepto de política, de república y de democracia. Me parece así.
No andar con tantas teorías ni elucubraciones, menos aún con lamentaciones y pesimismos. Podemos tomar partes de la realidad, casos prácticos, e ir intentando cambios.
Creo yo. 🤓
Muchísimas gracias, Graciela. Este espacio está abierto a todos quienes quieran opinar.