Por Daniel Lee Vargas
Ciudad de México, 28 de marzo 2025. – En la incansable búsqueda de mejores condiciones de vida, nuestros paisanos en Estados Unidos han forjado su camino en sectores laborales que, aunque cruciales para la economía, a menudo se caracterizan por bajos salarios y condiciones adversas. Pero no hay que perder de vista que tienen derechos laborales, como el pago del salario mínimo, la formación de sindicatos y un entorno de trabajo seguro.
Desde 1990 hasta la actualidad, este grupo diversificó sus actividades, dejando atrás la concentración en el sector agrícola para expandirse a diversas áreas en las ciudades.
Hace tres décadas, los migrantes mexicanos eran una fuerza predominante en el sector agrícola, pero actualmente su presencia se ha expandido a las ciudades. Se desempeñan mayoritariamente en la construcción, minería y fabricación de maquinaria, especialmente en petróleo y gas. Además, encontramos su labor en restaurantes y otros servicios de comida, mantenimiento de edificios y viviendas, así como en escuelas y lavado de coches.
A pesar de esta diversificación, persiste el fenómeno conocido entre los gringos como las “3D”: dirty (sucio), dangerous (peligroso) y difficult (difícil). Los mexicanos continúan ocupando roles laborales que implican desafíos significativos.
Hasta el año 2020, un 5.15% de los migrantes mexicanos, en su mayoría jóvenes, se dedicaba al sector primario, participando en la producción agrícola y ganadera. El 25.89% se ubicó en el sector secundario, principalmente en la construcción y fabricación de productos plásticos, así como en el sacrificio y procesamiento de animales., en tanto que el 68.96% se desempeñó en el sector terciario, donde estrategias laborales ofrecen cierta flexibilidad.
Por otra parte, las estrategias que buscan flexibilidad en el trabajo han dado origen a nuevas formas de empleo. Los trabajadores migrantes, mayoritariamente mexicanos, se adaptan a empleos temporales, trabajo a domicilio, teletrabajo, empleo a tiempo parcial y trabajos basados en aplicaciones. Hay que reconocer que estas formas de empleo ofrecen cierta flexibilidad, aunque también plantean desafíos en términos de estabilidad y derechos laborales.
Otra vertiente es que, a pesar de ser considerados fuerza de trabajo sin calificación, los migrantes indocumentados, en su mayoría mexicanos, desempeñan roles esenciales en la economía estadounidense. Sin embargo, la paradoja radica en que, a pesar de su importancia, enfrentan condiciones laborales precarias y bajos salarios.
Por tanto, es esencial comprender el trasfondo económico de los años setenta en Estados Unidos para entender las actuales consecuencias en el mercado laboral. La introducción de tecnologías cada vez más participativas ha expulsado trabajadores e intensificado la explotación. En medio de la precarización del mercado laboral, la demanda por mejores salarios para los migrantes se vuelve una necesidad urgente.
Este reportaje no solo ilustra las complejidades del trabajo migrante mexicano en EU, sino que también destaca la necesidad de abordar las condiciones laborales y el reconocimiento necesario para aquellos que contribuyen esencialmente a la economía estadounidense.
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