
Miguel Tirado Rasso
mitirasso@yahoo.com.mx
En el caso que nos ocupa,
quiénes quedaron en el gabinete
de la presidenta como herencia
del pasado, no parecen haber sido
nombramientos concertados.
Decíamos en nuestro comentario de la semana pasada, que entre las libertades que se tomó el entonces presidente, Andrés Manuel López Obrador, antes de entregar el mando del Poder Ejecutivo a su sucesora, estuvo la de hacer ciertos nombramientos políticamente estratégicos, como los de los líderes parlamentarios morenistas de los Senadores y Diputados, además de otros para el gabinete.
Recordamos que, cuando se dio el destape de la Dra. Sheinbaum como candidata presidencial de Morena, a las corcholatas perdedoras se les ofrecieron premios de consolación, para sanar heridas y evitar posibles fracturas internas. Coordinaciones en el Congreso o la incorporación al equipo de gobierno de la nueva Presidenta, en su caso. Los ofrecimientos provenían de quien tenía el poder para hacerlos, aunque, en estricto sentido, ya no le correspondiera, porque, en la ortodoxia del cambio de gobierno entre políticos del mismo partido, quien concluía su mandato, en respeto a su sucesor, se abstenía de dejar herencias o de formular recomendaciones. Claro está, eso era antes, en los tiempos del priismo.
En el caso que nos ocupa, quiénes quedaron en el gabinete de la Presidenta, como herencia del pasado, no parecen haber sido nombramientos concertados. Tampoco lo fueron, los coordinadores de los Grupos Parlamentarios de Morena en las Cámaras de Senadores y de Diputados, Adán Augusto López y Ricardo Monreal, respectivamente. Dos políticos que no los caracteriza su institucionalidad ni lealtad, al menos, no ahora, en esta nueva etapa de su carrera política.
Para poner en contexto la reciente rebelión de la granja ocurrida en el Senado, y tratar de entender lo sucedido con la iniciativa presidencial de reforma contra el nepotismo, habría que recordar los comentarios del ex secretario de Gobernación, Adán Augusto López, publicados en marzo de 2024 (LaPolíticaOnLine). Según esta información el ex gobernador de Tabasco dejaba entender que ya había acordado con AMLO ser el titular de la bancada de Morena en el Senado. Y a la pregunta de si ya tenía el visto bueno de la candidata Sheinbaum, comentaba que, con el acuerdo presidencial, era suficiente, sentenciando que “Los primeros dos años de Claudia va a seguir mandando Andrés”.
El 5 de febrero pasado, la Presidenta Sheinbaum envió al Senado la iniciativa de reforma Constitucional contra el nepotismo electoral. La reforma establece que no podrá participar en la elección “la persona que tenga o haya tenido en los tres años anteriores al día de la elección un vínculo de matrimonio o concubinato o relación de pareja, o de parentesco por consanguinidad o civil en línea recta sin limitación de grado y en línea colateral hasta el cuarto grado o de afinidad hasta el segundo grado, con la persona que está ejerciendo la titularidad de ese cargo.”
La reforma fue bien recibida por el Senado, por lo que no se avizoraba ningún problema para su aprobación. En realidad, se trata de una prohibición descafeinada del nepotismo que se queda corta ante nuestra realidad política al concentrarse exclusivamente en los cargos de elección popular y aplicable únicamente al mismo cargo. Ignora la cereza del pastel del nepotismo que es el que se da en la administración pública, en los tres Poderes de la Unión, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.
El problema surgió por un artículo transitorio que establecía que la ley entraría en vigor a partir de 2027, lo que significaba afectaciones a algunos proyectos políticos personales. Por lo pronto, de tres senadores. Una senadora del Partido Verde y dos de Morena, que ya se veían en campaña electoral en 2027 para sustituir a sus parientes en la gubernatura de sus estados. La del verde a su marido, en San Luis Potosí, y los de Morena, el de Guerrero, a su hija y el de Zacatecas, a su hermano.
Y, a diferencia de los tiempos del gobierno del de Macuspana, en que los legisladores morenistas no le cambiaban ni una coma a sus iniciativas, ahora le enderezaron la plana a la intención política de la Presidenta, cambiando la fecha de vigencia de la ley para que se aplique a partir de las elecciones de 2030. Tres años después de lo establecido en el proyecto original. En la conjura, el coordinador Adán Augusto López operó con el senador Manuel Velazco, para modificar la propuesta presidencial, a conveniencia de los intereses del partido verde, que no de los de Palacio Nacional. En el mismo sentido, los diputados morenistas aprobaron la iniciativa reformada por los senadores, en solidaridad a los intereses de la familia Monreal.
Adán Augusto, no oculta que su prioridad son las consignas del paisanaje, sobre las directrices presidenciales. Habrá que sumar este nuevo desdén político al de la reelección de la presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Rosario Piedra, en la que el ex gobernador tabasqueño decidió “irse por la libre” y no atender la recomendación de Palacio.
En las circunstancias actuales, Claudia Sheinbaum requiere unidad y solidaridad de todos, en particular del apoyo de estos alfiles en el Congreso, y que no la distraigan con sus grillas internas. La modificación a la reforma contra el nepotismo, por razones estrictamente de conveniencia personal, no se justifica. ¿Pretenderán Adán Augusto López y Ricardo Monreal jugar vencidas con la presidenta?
Marzo 6 de 2025