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Carlos Mota Galván
- El respeto se gana, la honestidad se aprecia, la confianza se siembra, la lealtad se regresa.
México sigue caminando al precipicio y no hay semana donde no despertemos con un nuevo caso que reafirme esta visión, ahora descubrimos que según la organización no gubernamental, Transparencia Internacional, nuestro país ocupa el lugar 140 entre 180 evaluados, entre los países más corruptos del orbe, eso sí por arriba de Somalia, Venezuela o Haití, para ilusionar a los incondicionales.
Según el ejercicio bienal 2023-2024, que realiza este organismo, fundado en 1993 y que promueve medidas contra crímenes corporativos y corrupción política en el ámbito internacional; los mexicanos, como los cangrejos, vamos para atrás. Después de estar prácticamente estancados por tres años consecutivos, por cierto, en una posición también bastante preocupante, hemos retrocedido 37 lugares en tan solo una década, destacando que de ellos, 5 puntos se perdieron en un solo año. El peor lugar de nuestra historia.
Esto implica que pese al discurso oficial de que “vamos requetebién”, la verdad tarde que temprano siempre se impone a la propaganda, y como dijo Cantinflas: “estamos peor, pero estamos mejor. Porque antes estábamos bien, pero era mentira”. Las palabras que pronunciara hace tiempo Warren Buffett, empresario norteamericano y uno de los hombres más ricos del orbe, nos acercan a nuestra realidad: “la honestidad es un regalo muy caro, no la esperes de gente barata”.
Ahora bien ¿que implicaciones directas tiene en la sociedad este crecimiento en la corrupción?, tal vez haya quienes no dimensionen el hecho, pero según estudios en la materia (“principales causas y factores que generan corrupción”, universidad Pablo de Olvide, España, 2023.) esas acciones provocan importantes perjuicios para la democracia, la economía y los derechos humanos, “la corrupción reduce la confianza ciudadana en el sector público, vulnera el imperio de la ley, socava la credibilidad de un gobierno y la legitimidad de la democracia al ser percibidas por la población como fachadas que cubren el incontrolable crecimiento de pequeños y poderosos grupos”, por ello, debemos entender que las políticas públicas del “bienestar” representan su único, pero efectivo salvavidas, que les mantiene a flote, a ver hasta cuándo.
Este blindaje social hasta ahora les ha servido para desechar cualquier acusación en su contra, denuncias contra más de diez gobernadores, Segalmex y sus 15 mil millones de pesos desfalcados, dinamitar la división de poderes, vulnerar aún más la seguridad nacional, fomentar la corrupción, atentar contra la impartición de justicia, etcétera.
En este estudio se menciona un creciente aumento de casos de corrupción a nivel estatal que involucran al crimen organizado y un aumento en el registro de empresas fantasma que son controladas por intereses oscuros y que siguen manteniendo contratos con gobiernos locales; no obstante, las cifras expuestas refieren que en estos casos de corrupción están involucrados los tres niveles de gobierno.
Estos datos dados a conocer por Transparencia Internacional caen en el peor momento para la administración Sheinbaum, justo cuando están capoteando a Trump y sus amenazas permanentes, unas ya hechas realidad y otras a la espera de que concluya el mes de gracia que otorgó, pero que todas llevan la misma dirección e intención, dañar severamente la economía mexicana y fortalecer su política colonizadora donde su país decida hasta en qué momento debemos respirar.
La presidenta mexicana está envuelta en un embrollo sin precedentes, con la obligación de seguir con las políticas de su antecesor si quiere mantener la estabilidad en su partido, obligada a seguir allegándose recursos para mantener a sus “adeptos” mediante dádivas, con una crítica que si bien aún la cataloga como manejable, no deja de darle dolores de cabeza y finalmente con un vecino con el que cada vez resulta más evidente que no podrá negociar sino solo apechugar.