Mañoño
Larga vela.
Tiempo perdido.
Y, lo que es peor:
el anfitrión ya se quiere ir a descansar.
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Parece fiesta.
Llegaron los gorrones que ya se
iban a su casa.
Pero hoy tiene otra morada el anfitrión.
-¡Qué bueno era!
-¡Lástima que se murió!
-Oye, ¿dejó herencia?
Tomado del libro Espuma sin mar. Nanorrelatos y otras sandeces, de Manuel Garay.