El panorama laboral en México se prepara para un año crucial en la agenda legislativa. No sólo la reducción de la jornada de trabajo estará acaparando la atención, también las reformas que buscan ampliar las licencias de paternidad y la aprobación de la llamada “Ley Silla”, destinada a garantizar los derechos de quienes trabajan de pie.
Por décadas, imaginar un cambio en el ámbito laboral era casi un ejercicio de ociosidad. La Ley Federal del Trabajo permanecía inmutable, sin que una sola coma se alterara en su redacción.
A lo largo del siglo pasado, México experimentó sólo dos reformas laborales significativas, y no fue sino hasta el 2012 que vivimos la primera reforma de este siglo. Desde entonces, hemos sido testigos de una transformación acelerada en el ámbito laboral, y no puedo evitar sentir un profundo beneplácito por los tiempos que estamos viviendo.
Sin embargo, desde mi perspectiva, el 2023 fue más un año de intenciones y agendas que de logros tangibles. Es cierto que la inclusión de una nueva tabla de enfermedades de trabajo en la legislación es una noticia fantástica para la dinámica laboral del país, y la ratificación del Convenio 190 de la OIT, que aborda la violencia y el acoso en el entorno laboral, era una necesidad imperante. Ambos temas deben ser considerados entre los logros más relevantes del año.
Por otro lado, la Norma Oficial Mexicana NOM-037 sobre Teletrabajo generó grandes expectativas, pero me parece que se quedó corta y aún no resuelve las problemáticas fundamentales de esta modalidad en la vida diaria.
El 2024 trae consigo dos temas que parecen destinados a ser las primeras reformas laborales del año electoral. Por un lado, la Cámara de Diputados aprobó recientemente modificaciones a la Ley Federal del Trabajo para ampliar las licencias de paternidad, estableciendo un mínimo de 20 días laborales con goce de sueldo en casos de nacimientos y adopciones. Esta iniciativa, que aún debe pasar por el Senado, ha generado un debate sobre la necesidad de mejorar los derechos de los padres y familias, así como sobre la responsabilidad del Estado en este ámbito.
El otro tema crucial es la “Ley Silla”, recientemente aprobada por unanimidad en las Comisiones Unidas de Trabajo y Estudios Legislativos del Senado. Esta iniciativa, que ahora espera la aprobación de la Cámara de Diputados, es esencial para la seguridad y salud en el trabajo.
Prohibir que los trabajadores permanezcan de pie durante toda la jornada laboral, obligando a los centros de trabajo a proveer sillas con respaldo y reconsiderar los periodos de descanso, es una medida básica pero indispensable para garantizar un trabajo digno y decente.
Finalmente, otro tema que merece nuestra atención es la posibilidad de reactivar la discusión sobre la reducción de la jornada laboral. Aunque la iniciativa discutida en Parlamento Abierto en los últimos meses del año no logró el consenso necesario para convertirse en realidad, es evidente que falta la apertura para discutir la gradualidad de una medida tan central para la economía mexicana.