Luis Jaime Sunderland López
La responsabilidad afectiva es el arte de manejar con cuidado nuestras emociones y las de quienes nos rodean. No se trata solo de ser conscientes de lo que sentimos y por qué lo sentimos, sino también de cómo nuestras palabras, acciones y decisiones impactan a los demás.
La responsabilidad afectiva debe estar presente en todo tipo de relaciones, independientemente del compromiso que se haya adquirido, no solo se reduce a relaciones amorosas, sino que abarca una amplia variedad. Una característica primordial sería fijar nuestros propios límites en consonancia con nuestros valores, cuya finalidad es proteger nuestra autoestima de cualquier daño o intento de manipulación.
A nivel emocional, es fundamental tener presente los sentimientos del otro, y aunque a veces es inevitable poder causar algún tipo de dolor, ya sea por una ruptura o una confusión, empatizar con el dolor ajeno evitará mentiras y engaños. Aquellas personas que tengan una mayor responsabilidad afectiva también tendrán un mejor comportamiento asertivo, lo que facilitará conexiones interpersonales positivas y sanas.
Por último y no menos importante, entra en juego el mundo de las emociones. Para conocer y entender los sentimientos ajenos será fundamental conocer los propios, para ello necesitaremos un diálogo interno con nosotros mismos.
Que es responsabilidad afectiva
- Hablar y compartir con franqueza nuestras emociones y sentimientos, independientemente de su connotación.
- Establecer expectativas realistas y factibles de lo que vamos a querer en nuestra relación.
- Usar siempre una comunicación asertiva, huyendo de un estilo pasivo o autoritario.
- Cuidarse mutuamente, atendiendo a los deseos y necesidades del otro sin olvidar los nuestros. Cuidar nuestra valía personal y autoestima.
- Fijar y cumplir acuerdos mutuos, a través del respeto y dejando de lado la imposición.
- Entender que nuestras acciones tienen consecuencias sobre los otros, y por lo tanto ser capaces de empatizar y mitigar las consecuencias negativas.
- Acompañar en los momentos difíciles y validar sus emociones negativas.
- Fomentar un espacio de escucha activa donde no entren los juicios de valor ni las críticas destructivas.
- Expresar claramente los diferentes cambios de opinión, con sensatez y sinceridad, fomentando en todo momento una comunicación segura y pragmática.
- Hacerme cargo de mis propios estados mentales, compartiendo impresiones, sensaciones y pensamientos.
Que no es responsabilidad afectiva
- Ocultar y mentir acerca de mis sentimientos reales.
- No permitir que la otra persona exprese o comparta sus emociones, evitando o invalidando sus impresiones.
- Pretender que el otro adivine lo que pienso y siento, y si no lo hace enfadarse o abandonar la relación.
- Incumplir los acuerdos previamente establecidos.
- Mentir acerca de nuestro compromiso en la relación generando falsas expectativas
- Llevar a cabo comportamientos hirientes y voluntarios hacia la otra persona con el fin de dañarla.
- Tratar de chantajear y manipular el comportamiento del otro para mi beneficio personal.
Algunos ejemplos de falta de responsabilidad afectiva
- Ghosting: decidir desaparecer y bloquear a la otra persona sin dar explicaciones.
- Conveniencia: mostrar interés solo cuando a la persona le viene bien.
- Infidelidad: romper el pacto de confianza y respeto con la otra persona.
- Benching: cuando una persona se intenta asegurar a otra como alternativa por si sus otras opciones le fallan.
La responsabilidad afectiva debería ser una asignatura más dentro del sistema educativo, especialmente durante las etapas más tempranas del desarrollo. La sociedad ganaría en valores tan esenciales como la compasión, el respeto y la empatía hacia los demás.
Psicólogo Luis Jaime Sunderland López