Los estudiantes Candy Vanessa Cano Lezama y Alan Axel Martínez Vizuet, del Instituto Politécnico Nacional (IPN), determinaron en el estudio denominado “Generación de pilas como residuo en casas-habitación de la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM)” que existe un deficiente reciclaje de estos desechos tóxicos debido a los grandes volúmenes que se producen, el alto riesgo que representan para la salud de la población y medio ambiente, así como una falta de educación.
Los ingenieros ambientales de la Unidad Profesional Interdisciplinaria de Biotecnología (Upibi) señalaron que de acuerdo con los resultados de las 506 encuestas aplicadas se estableció que en la ZMVM se generan 200 millones 101 mil 599 pilas al año, cada mes se desechan 16 millones 675 mil 133 pilas. Un 64 por ciento de la población genera de 1 a 2 al mes, el 30 por ciento de 3 a 5 y 6 por ciento más de 6 pilas.
Otro dato que aportó esta investigación es que el 80 por ciento de las personas están dispuestas a pagar por un correcto manejo en la disposición final de pilas. Un 47 por ciento estuvo de acuerdo en aportar entre 10 a 50 pesos. El 33 por ciento daría entre 50 y 100 pesos y seis por ciento no accedió al pago.
El proyecto también proporcionó que actualmente no existe un tratamiento económico para las pilas desechadas, la única empresa en México que las recicla es Sitrasa, sin embargo, la cantidad que trata es muy pequeña y no cubre toda la demanda. “El país no cuenta con una buena educación ambiental, asunto que debe tomarse con mayor énfasis desde los niños hasta los adultos”, resaltó Martínez Vizuet.
“Está demostrado que una pila recargable puede usarse 200 veces, lo que evita que se use esa misma cantidad en pilas desechables. Por lo que se recomienda a la población que compre este tipo de pilas que genera menos residuos”, agregó.
La alumna Cano Lezama informó que 156 encuestas se realizaron en forma electrónica y 350 de manera personal, lo que permite un nivel de confianza de 95 por ciento. Explicó que reciclar pilas no sólo es tirarlas a un contenedor especial, antes hay que cubrir ambos polos con masking tape para que no se viertan los líquidos nocivos y no afecten la salud del personal de limpieza, ni al medio ambiente.
Saúl Hernández Islas, jefe de la carrera de Ingeniería Ambiental de la Upibi, aseguró que hay un alto consumo de pilas en el mercado negro (20 por ciento). “De por sí no se cumplen con las regulaciones establecidas en las normas y con estas compras se rebasan esos niveles de lixiviados”, comentó.
Otros datos que la encuesta proporcionó es que un 28 por ciento de los habitantes almacenan sus pilas en el hogar, 53 por ciento desconocen los programas de reciclaje, y un 80 por ciento ignora la peligrosidad de estos desechos. “Eso habla de una falta de difusión y cultura ambiental”, expresó.
Hernández Islas, asesor del estudio, dijo que un mal manejo puede provocar la liberación de sustancias tóxicas, ya que al desecharse inadecuadamente la carcasa de las pilas ocasiona que se pongan en contacto con suelos, flora, fauna, cuerpos de agua superficial y subterránea, lo que representa un elevado riesgo en las cadenas alimentarias naturales.
El catedrático recalcó que dentro de estas sustancias se puede encontrar plomo, cadmio, níquel, manganeso, litio y mercurio, este último puede atravesar la placenta y provocar daños en el cerebro y tejidos de los neonatos.
La finalidad de realizar un diagnóstico de la generación actual de pilas AA, AAA, C, D, CR, de botón y de celular, en los hogares del Valle de México es para que en un corto tiempo se logren implementar acciones y programas eficientes para el manejo integral de este desecho, el cual debe estar ligado a un adecuado programa de educación ambiental para todos los sectores de la sociedad.