“Con una mentira suele irse muy lejos, pero sin esperanzas de volver”
Proverbio judío
Carlos Mota Galván / @CarlosMotaG
Estamos a 4 días de celebrar Noche Buena y a 5 de Navidad, fechas propicias por muchos para hacer una introspección y descubrir como poder transformar errores en aciertos que nos permitan no sólo ser mejores seres humanos sino llevar el beneficio del cambio a quienes nos rodean. Tal percepción es tan fuerte que incluso en 1914, durante la Primera Guerra Mundial, aliados y alemanes hicieron una tregua en el frente entre Bélgica y Francia y en sus trincheras anegadas colocaron árboles iluminados e hicieron un alto al fuego que, aunque momentáneo, pasó a la historia como un acto insoslayable de buena voluntad.
Sin duda para creyentes o ateos esta fecha reviste un sentimiento especial, lástima que para muchos ese cambio dure tan sólo 24 horas, en el mejor de los casos, y vuelvan a transformarse en aquello que pretendieron cambiar. Para esos, dicha mea culpa, quedará sólo en una mera intención sin posibilidad de concretarse porque insisten en no ver la realidad, en no aceptar sus errores, en que todo en la vida es susceptible de mejorar porque nadie tiene la verdad absoluta.
Por ello, cuando vemos una y otra vez que el engaño es la moneda de cambio, difícilmente podemos aceptar que existe la voluntad de redimir el camino. Las mentiras surgen una y otra vez en esta administración sobre todo en boca de quien encabeza “el cambio.” Cuando todos vemos que las cifras, ya escandalosas, por cierto, de asesinatos en este periodo gubernamental superan con creces las ejecuciones de cualquier otro periodo en el pasado, el argumento es negarlo y culpar precisamente al pasado por el desorden que “me dejaron”. Si de salud se trata, repite la misma dosis y así, rubro por rubro el país se sigue cayendo a pedazos.
¿Cuántas mentiras ha dicho AMLO desde que inició su gestión? Bueno, según un estudio de Spin-Taller de Comunicación Política, establece que en sus primeros cuatro años López Obrador dijo 101 mil 155 mentiras, un promedio de 103 por cada mañanera, lo que significó 230 por ciento más que Donald Trump, lo cual es todo un logro. Otros medios de comunicación argumentan que en los 5 años de gobierno las mentiras pronunciadas por el presidente López Obrador oscilan entre 66 mil, 86 mil y 100 mil dicen algunos, cualquiera que sea la verdad, eso significa de todas formas, tener una nariz muy grande.
Aquí conviene hacer un alto para preguntarnos por qué si todos sabemos que el Presidente nos miente descaradamente, es que mantiene índices importantes de seguidores, y la respuesta fácil sería: Porque los mantiene con sus dádivas económicas, y mucho hay de cierto en ello; otra respuesta fácil sería: Por el aparato de propaganda que mantiene, y también atinarían, pero hay otra razón que nos da, sin mencionar al personaje en cuestión, sino para los políticos en general, un psicólogo graduado por la universidad de Barcelona, Nahum Montagud Rubio, fundador y director de Comunicación en Psicología y Mente, formador y escritor, que conviene conocer.
Este psicólogo afirma que en un mundo ideal y lógico, un político que miente sería seguramente separado de su carrera al descubrirlo; sin embargo, agrega, no vivimos ni en un mundo ideal y mucho menos lógico, de ahí que quien sostiene este comportamiento de forma descarada es porque percibe que las fake news se extienden a mayor velocidad que las verdades y que cuando establece esto que llama “estrategia” para atacar a una institución o persona contraria, lo hace para mostrarse como dominante, una figura de poder ante sus potenciales electores; al desafiar las normas son vistos como auténticos, como más atrevidos, más verdaderos, y por ende mantenerse a su lado supone para ellos un punto de conquista personal que de otra forma nunca alcanzarían.
Sin embargo, como sucedió con el barón de Münchhausen al que la propaganda le convirtió en un personaje que realizaba todo clase de proezas desprendiéndolo de sus características como ser humano y que pasó a convertir a un noble y reconocido militar en un extravagante personaje literario y un mentiroso compulsivo, así podría culminar ese sueño enfermizo de pasar a la historia.