Luis Sunderland Méndez
@LouSunderland
24 noviembre de 2023
Todos los días vemos en los medios de comunicación alguna encuesta que señala las preferencias electorales que tiene la sociedad sobre quien lleva la delantera para llegar a la Presidencia de la República en el 2024. El electorado que está al pendiente de esos estudios demográficos, no siempre tiene una correcta percepción de la realidad, porque en ocasiones, no toma en cuenta que una encuesta política es solo una fotografía del momento del que fue levantada y que está sujeta a muchas otras variables que por su misma dinámica, el resultado cambia continuamente, aumentando o disminuyendo las diferencias entre los contendientes.
Por tal motivo pretender ahora que se puede saber quién resultará triunfador es prácticamente imposible, sobre todo que las dos precandidatas y el precandidato enfrentan serios problemas e indefiniciones. En los tres cuarteles de campaña, se les ve los boquetes que por más que se esfuerzan los dirigentes de los partidos involucrados, e incluso los precandidatos que actúan como si tuvieran el sartén por el mango, no es así. Conforme avancen las campañas, la realidad saldrá a la luz y esta los alcanzará.
Aunque López Obrador se esmera en tratar de convencer a su público mañanero que el triunfo de Claudia Sheinbaum es irreversible, miente y él lo sabe. El daño que infligió a su candidata, fue muy grande y la mandó a una posición muy vulnerable, no solo ante la sociedad, sino con sus mismas fuerzas políticas que ya se dieron cuenta de que ella es solo una marioneta y bien pudiera ser -si gana-, una presidenta de transición rodeada de diferentes personajes radicales que son los que la impulsan, todos nombrados por él mismo para que se dé por medio de un relevo generacional, su propia versión de Maximato, que al final de cuentas es el objetivo de López Obrador e hijos.
Si no, revisemos quienes han ido llegando a ocupar ya cargos importantes en el gobierno federal: Luisa María Alcalde, secretaria de gobernación, Román Meyer, secretario de desarrollo territorial, Javier May, ex director de Fonatur y aspirante a la gubernatura de Tabasco, Marath Baruch Bolaños López, secretario del trabajo, Juan Pablo de Botton, subsecretario de Hacienda y Antonio Martínez, jefe actual en el SAT y otros más en Pemex en cargos relevantes. Todos ellos tienen algo en común, su amistad con Andrés López Beltrán.
Y si esto no fuera poco, ya quedó expuesto el contubernio de Dante Delgado y su junior Samuel García que se dedica a descalificar a Xóchitl y a los tres partidos que la apoyan. Los raund de sombra que hace Mario Delgado cuando descalifica al pequeño dinosaurio, son solo para disimular el verdadero objetivo de ese plan B de López en contra del Frente Amplio por México.
El problema es que Samuel García todavía no es ni gavilán ni paloma, porque la licencia solicitada al Congreso regiomontano no inicia todavía y serán precisamente los diputados los que designen quien se quedará al frente de gobierno estatal. ¿Podrá él aceptar a su sucesor de buen grado? Bien podría regresarse al Palacio de Gobierno o quedarse como el perro de las dos tortas.
Ahora veamos a Xóchitl y su equipo. Solo de ver el lastre que tiene que cargar con los dirigentes de los tres partidos, ya con eso se ve un claro factor que la debilita. Las pésimas decisiones de Alito, Maco y Jesús, que sacan un comunicado conjunto reportando que ya los tres partidos registraron a su precandidata a la Presidencia y nada más no se vio en ningún lado que mencionaran a la sociedad civil, esto siembra ya dudas entre la percepción del electorado.
¿Qué no era que las organizaciones ciudadanas estarían por arriba de los tres partidos en las decisiones? El proceso para la designación de su precandidato al gobierno de la CDMX, fue un regreso a lo que precisamente la ciudadanía quiere que deje de existir. La forma en que quedó el señor Taboada dejó a muchos muy disgustados y ellos no ven que, en política, no hay enemigo pequeño. Tampoco veo que la sociedad civil entre en los planes de los partidos en la designación de candidatos al Congreso de la Unión, sobre todo ahora que la mayoría de los actuales ocupantes de los escaños quiere la reelección. La pesadilla electoral, todavía no la vivimos, son cerca de 20 mil cargos los que están en juego y la rebatinga será terrible.