La llegada del grupo del exgobernador Eruviel Ávila al partido Verde advierte cambios importantes en el escenario político de Ecatepec, Morena y el proceso electoral de 2024 en esa zona de la entidad
J. Israel Martínez Macedo / @Mega_IsraelMtz
Qué mejor temporada para el anuncio de integración de los eruvielistas al Partido Verde que en estos días en que los muertos regresan de sus tumbas; luego del anuncio de su líder y algunos de ellos de su salida del Partido Revolucionario Institucional (PRI), con el que probaron las mieles del poder y las hieles del ostracismo político, el grupo Ecatepec de los tricolores se volvió ecologista de la noche a la mañana y genera una reconfiguración política por demás interesante en la zona oriente de la entidad.
En principio hay que considerar el tamaño de lo que está ocurriendo con este movimiento: Ecatepec tenía hasta 2020 (según el Censo), 1 millón 645 mil 352 habitantes, es el municipio más poblado del Estado de México y el quinto a nivel nacional (solo superado Tijuana, Iztapalapa, León y Puebla); el grupo de Eruviel Ávila conforma una de las mayores estructuras políticas de la entidad en razón de esta densidad y aunque ha perdido fuerza mantienen un buen volumen de seguidores.
De facto, con esta acción, el Partido Verde logra aumentar de manera importante los números de su voto duro y una estructura sólida, con experiencia en temas electorales y que ya ha ocupado puestos en el gobierno estatal y municipal; su conocimiento sobre los manejos en estos niveles puede sumarle acceso a información real sobre maneras de operar ciertos asuntos tanto de sus aliados como de sus contrincantes.
Pero nada es gratis ni fortuito en la política y en contraparte la militancia verde puede verse superada rápidamente por los recién llegados que se convierten, inmediatamente, en el grupo más grande al interior de un partido en el que, se pudo ver en la elección anterior, no hay un peso específico para llevar las acciones en ciertos niveles.
Los eruvielistas representan un problema para los grupos internos del Verde que, al menos hasta el momento, consideraban la posibilidad de procesos naturales en sus relevos con líderes conocidos o que ya habían hecho esta transición de pasar de otro partido a este que en los últimos años ha ganado militancia más por su capacidad de captación de reciclaje político que por la verdadera generación de cuadros propios que emerjan con filosofía y valores propios de este instituto.
Además, los eruvielistas tampoco son un “pan de Dios”. Para más de un analista la debacle del priísmo en la entidad comenzó precisamente en el periodo de Eruviel Ávila Villegas en la gubernatura y de Raúl Domínguez Rex al frente del tricolor; una época en la que se dejó de trabajar con las militancias jóvenes del PRI y se enfocaron en fortalecer los grupos internos locales de Ecatepec en particular y la región oriente en general, se dejaron de atender los seccionales y se mantuvo un prácticamente nulo trabajo de capacitación partidista.
La intención, en su momento, era que el grupo Ecatepec mantuviera su fuerza, pero los demás grupos al interior del partido (incluido el Atlacomulco) perdieran fortaleza para que, en el siguiente proceso electoral, mantener el poder estatal; evidentemente la estrategia no funcionó, pero sí generó un debilitamiento muy importante al interior del tricolor.
También existe el antecedente de lo ocurrido con su llegada al gobierno estatal, los eruvielistas no trabajan en equipo con otras fuerzas, buscan ocupar la mayor cantidad de espacios a su alcance para imponerse y desplazar a quienes ocupaban esos espacios con anterioridad; es una forma de operar que generó fricciones en más de un área de la administración estatal en su momento y que se solucionó con la orden superior de sumisión ante los recién llegados, una forma que podría no gustar ni convenir en el Verde.
Con todo ello el movimiento se ha ejecutado y al interior del PVEM hay todavía incertidumbre sobre el papel que jugarán los eruvielistas y, sobre todo, si en ele juego de ajedrez político nos irá que ya le ganaron la partida a su líder, Pepe Couttolenc, respecto a lo que sucederá en 2024 para el partido y, quizá más importante, después del proceso electoral, cuando venga los reacomodos políticos.
Pero el movimiento en el Verde no solo genera una situación al interior de este partido, también toca en una fibra muy sensible a sus aliados morenistas debido al conflicto que tienen entre sí Azucena Cisneros y Fernando Vilchis en la búsqueda de la posible candidatura por la presidencia municipal. El actual alcalde ha dejado claro que tiene intenciones de repetir en el cargo mientras que la diputada no quita el dedo del renglón respecto a convertirse en la sucesora de Vilchis para posicionarse como la figura más fuerte de Morena en la región.
Hasta antes de la llegada de los eruvielistas al Verde, este grupo era visto como un enemigo político al estar en las filas del PRI y por lo tanto no representaban una amenaza real a las aspiraciones de Cisneros ni de Vilchis, pero con el este arribó a las filas verdes, hay una buena cantidad de tiradores que podrían consolidar una buena estrategia para lograr la candidatura para ellos a través del Verde.
Si Morena, como parece que lo hará, va en alianza de nuevo con el PT y el PVEM para las elecciones locales de manera generalizada, la definición de esta candidatura se resolverá en las encuestas internas del partido con posibilidad a la postulación de aspirantes de sus aliados, lo que le abre la puerta a Indalecio Ríos o cualquier otro eruvielista a encabezar la propuesta Verde y desplazar a los dos morenistas en conflicto ya que su estructura supera en número a cualquiera a las de Vilchis y Cisneros por separado.
La única opción para que esto no ocurriera sería que, como también ya ha pasado anteriormente, se presentaran las famosas “encuestas ponderadas” en la que no se aplica el resultado directo del levantamiento sino que se da una diferente valoración a cada participación dependiendo de la zona de la que sea el votante, situación que ha generado que el ganador de la encuesta sean personajes no tan populares de manera generalizada pero sí con un impacto localizado en algunos segmentos de la población.
Para los eruvielistas el movimiento fue una bocanada de aire fresco porque tras la salida de su líder de las filas tricolores, quedaba la duda en el ambiente si surgiría un nuevo mandamás del grupo o se generaría una desbandada, la segunda opción le permitirá seguir operando tal cual lo han hecho en los últimos años y mantener su estructura sólida y aceitada hacia el proceso electoral con toda la intención de recuperar Ecatepec para ellos y afianzarse para lo que pueda surgir posteriormente.
El grupo había sido víctima de sí mismo, tras el mal trato a sus correligionarios en la administración estatal y el intento de imponer una candidatura propia en 2017, fueron echados a un lado por el priismo tradicional y aunque algunos todavía lograron mantener algunos puestos, en su mayoría el grupo fue relegado, más aún cuando empezaron a correr los rumores de que el exmandatario habría operado a favor de la actual gobernadora en esa región y no para la candidata tricolor.
Ahora, con su partida al Verde, los eruvielistas dejan descobijada, de paso, la zona de Ecatepec para la alianza, lo que podría generar una pugna entre los grupos priístas, panistas y sobre todo perredistas en un afán por empezar a construir una nueva estructura en el largo plazo; es una oportunidad cantada para los liderazgos de esos partidos que se han sacudido, sin querer queriendo, al grupo hegemónico de la región.
Como sea las huestes de Eruviel Ávila ya están en la zona Verde y cuentan que ya empiezan a medir los terrenos que se van a agenciar, primero, con miras a recuperar para ellos el municipio más poblado de la entidad y, segundo, esperando fortalecerse con recursos que les permitan prolongar este regreso lo más posible y les brinden relativa tranquilidad para futuras acciones.
