Luis Sunderland Méndez
@LouSunderland
El pasado domingo 1 de octubre empezaron a correr los últimos 366 días –febrero será bisiesto-, de esta administración que ha encabezado López Obrador desde el 1 de diciembre del 2018. El presidente tendrá que entregar la Banda Presidencial que recibió de Peña Nieto. La nueva responsable de ella, será seguramente una mujer por primera vez en nuestra historia, Xóchitl o Claudia.
El señor López no estará en la boleta, pero si estará al frente de la campaña de su protegida la señora Sheinbaum. Esto será como de hecho ya lo es, completamente ilegal, pero a él no le ha importado ni le importará. Así que todavía no hemos visto ni imaginado los alcances que pueda llegar a tener si es que sus planes se le empiecen a salir de control, como de hecho ya le está sucediendo.
Conociendo la calidad del presidente, creo que prefiero no especular, porque el panorama ya de por sí es totalmente incierto y cualquier cosa puede suceder. Decía hasta donde se Jaime Torres Bodet: México, país de milagrerías, donde lo mágico, lo irreal y lo imaginario, adquiere más valor que la realidad misma. Pues ese es precisamente el problema. Se nos avecina una pesadilla inimaginable.
Si se logra convencer a los indecisos y a los apáticos de que se informen bien sobre las condiciones en las que se encuentra actualmente el país y que además acudan a emitir su voto de una manera razonada y con deseos de sacar a México del fondo de la barranca en el que está, López Obrador tendrá que darle la Banda a la actual senadora Gálvez, si es que él llegara a asistir él a la ceremonia en San Lázaro.
Pero si el desinterés y la mediocridad que ya se percibe en millones de los que deberían de ser ansiosos votantes sigue, entonces la que recibirá la Banda será Claudia y López estará muy feliz ese día. La estadística dice que millones de mexicanos no acuden a votar nunca, porque suponen que su voto no cuenta o simplemente no les importa o porque su credencial del INE no está actualizada, hay cerca de 22 millones que están en esas condiciones.
Es importante ver que es lo que el electorado quiere para el país a partir del 1 de octubre del 2024. En este mosaico de sociedad en que vivimos, hay una gran cantidad de maneras de pensar, de vivir, de sentir, de reaccionar y de anhelar. La sociedad mexicana es a veces incomprensible. En ocasiones nos unimos todos alrededor del Ángel de la Independencia a celebrar alguna buena actuación de la selección de futbol en algún mundial, o cuando gritamos ¡Viva México! el15 de septiembre y esa tradición ya está muriendo o si hay alguna tragedia sísmica, si reaccionamos con solidaridad. Ahí si todos nos abrazamos y lloramos juntos y hasta nos ponemos la camiseta verde. Todo esto podría ser una demostración de que si hay camino para lograr esa unidad nacional, porque casi todos la hemos transitado.
Se trata de decidir que México queremos para el futuro y ver para donde dirigimos nuestros pasos: modernidad, progreso, respeto del orden institucional o a nuestra Constitución. Hay que comprender que nuestra sociedad también está compuesta de una extensa población de origen indígena, de millones de campesinos, todos en muy malas condiciones de vida o con la gente más desprotegidas en las ciudades, ahí las cosas cambian radicalmente, porque generalmente se voltea la cara para otro lado.
Así es como una gran parte de nuestra sociedad escoge el México de la retórica, del estancamiento, el de los interese creados y con un desinterés grosero, no piensa en el futuro de las nuevas generaciones.
Sé que sonaré repetitivo, pero a millones no les importa hacia dónde va el país con el impulso que le ha dado la 4T. Muchos prefieren vivir engañados o escondidos en algún lugar de su total estupidez, sin importarle que ya se nos agotó el tiempo y que ahora solo nos queda muy poco para ver la amenaza de lo que tendremos a partir del 1 de octubre del 2024 si no reaccionamos como sociedad, una dictadura que nos será muy difícil quitar.
