La definición de este día por parte de Morena no solo tiene que ver con quien será su representante en las urnas en 2024, también se trata de la definición de su destino para muchos años más
J. Israel Martínez Macedo / @Mega_IsraelMtz
Morena está por hacer, esta tarde, un anuncio crucial. No solo se trata de la definición de quien abanderará sus colores en la contienda electoral de 2024 para hacer frente a Xóchitl Gálvez y a quien sea que Movimiento Ciudadano presente en las urnas; estamos hablando de la persona que heredará “las tierras del abuelo”, de quien recibirá el bastón de mando de las manos del tlatoani fundador para hacerse cargo de una estructura construida con sangre, sudor y odio, a lo largo de muchos años. No solo es una candidatura, es el futuro del partido.
En días pasados el propio presidente Andrés Manuel López Obrador advirtió que esta tarde hará entrega del “bastón de mando” de Morena al aspirante que haya sido favorecido por las encuestas que organizó su partido como parte del proceso para la definición del Coordinador para la Defensa de la Cuarta Transformación, esa eufemística figura que los morenistas encontraron para esquivar las restricciones de la ley electora y adelantar los tiempos de campaña elección tras elección.
Con la maquinaria bien aceitada, era de esperarse que para la contienda presidencial los morenistas contaran con un mecanismo muy bien trabajado que les permitiera legitimar la decisión sobre su representante en las urnas a través de recurrir a las encuestas, un proceso que ha servido para la selección de candidaturas en otras entidades y en las que los no seleccionados han tenido que guardar silencio y acatar los resultados sin más opción que hacerlo o ser relegados de toda actividad partidista.
El mecanismo, en sí mismo, ha generado dudas anteriormente; el ejemplo más claro lo tuvimos en el Estado en México: cuando las cifras apuntaban a que el aspirante con mayor apoyo era Higinio Martínez; la encuesta favoreció al final a Delfina Gómez, en su momento señalada como la favorita del inquilino de Palacio Nacional y quien el resto de las encuestas ubicaba por debajo y bastante lejos del patriarca texcocano.
Sin demasiada claridad sobre la metodología y ejecución de la encuesta, el resultado fue acatado por los cuatro finalistas del proceso (Higinio Martínez, Horacio Duarte, Fernando Vilchis y, obviamente, Delfina Gómez) con lo cual comenzaron los trabajos para apuntalar la candidatura que a la postre sería la vencedora en el proceso electoral del 4 de junio.
Esta falta de certeza respecto a la metodología y aplicación de la encuesta, así como del análisis de los resultados, también se presentó en este proceso presidencial y ha sido el exsecretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, quien ha puesto el dato sobre la llaga al dudar de la credibilidad del proceso de selección antes de que se aplicaran los cuestionarios.
Por si esto fuera poco, la coordinadora de los trabajos del Frente Amplio por México y futura candidata de esta alianza para la contienda presidencial, Xóchitl Gálvez, entró en el juego del presidente López Obrador para asegurar que su contrincante será Claudia Sheinbaum, no por definición de la encuesta sino por decisión presidencial, así como el mandatario la había acusado de ser la candidata del líder empresarial Claudio X. González.
Hasta hace algunos días se esperaba que el anuncio sólo indicaría quién de entre Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López, Gerardo Fernández Noroña, Manuel Velasco y Ricardo Monreal sería el ungido del partido y con el cual deberían alinearse no solo todos los demás sino la totalidad de las huestes partidistas con miras al proceso que se realizará en 2024 pero, fiel a su costumbre, el Presidente hizo un anunció que lo cambió todo.
En su conferencia mañanera, el mandatario nacional advirtió que este miércoles entregará el bastón de mando del partido a su sucesor, lo que significaría que habría un nuevo líder moral y de facto en el partido quien se encargará asumir todas las decisiones electorales como lo hiciera el propio López Obrador para el proceso de 2018 que lo llevó al triunfo.
Así, en teoría, el presidente se deslindaría ya de toda actividad partidista y se centraría al cierre de su administración mientras que quien sea destapada o destapado esta tarde tendrá prácticamente carta abierta para tomar decisiones y poder actuar con el único objetivo de conseguir una victoria en las urnas y prolongar la cuarta transformación por otros seis años y quizá más.
Esto significa que el partido entrará en una nueva dinámica, es de suponer que como en 2017 sería esta figura de coordinador de la 4T quien determinará las candidaturas estatales en juego (incluida la de la CDMX) y también tendrá influencia en la decisión de algunas entidades, todo en el objetivo de repetir la fórmula de 2018 y arrasar en las urnas.
Si la expectativa ya era alta cuando se trataba de la decisión de una candidatura, esta se ha multiplicado si es que lo que está en juego, también, es el control del partido, aunque en este sentido todavía habría que pasar por varias aduanas de personajes que afirman que tienen los mismos o más derechos para liderar el partido, con lo que podríamos observar algún tipo de batallas internas muy a pesarse que el movimiento busca reducir al mínimo una posible separación de los militantes.
Así pues, hoy conoceremos a quien se echará a los hombros la responsabilidad, no solo de ganar la Presidencia, sino de que se logren los resultados necesarios para conseguir la mayoría calificada en las cámaras federales y de que se vuelvan a ganar una buena cantidad de municipios y diputaciones locales como ocurrió en la elección pasada; además de mantener la unidad y apoyo en torno de una sola figura.