Ivonne Melgar, publicado en Excélsior sábado 26/08/23
Las tres representan la inteligencia, la audacia y la capacidad de las mujeres de una generación de políticos que hoy experimenta la avasalladora alternancia de género.
Y, al colocarse en la primera línea de la disputa por las candidaturas presidenciales, también son de las mejores representantes de su tiempo.
Ninguna ha sido ni se ha asumido feminista. Porque, en estricto sentido, ninguna de las tres ha pertenecido al activismo de las causas por la igualdad de las mujeres.
Hoy, sin embargo, resulta imprescindible que hagan suyas esas causas y construyan con el acompañamiento de las y los ciudadanos las respuestas que los Estados modernos y los gobiernos comprometidos con la igualdad social deben ofrecer.
Mientras tanto, sabemos que sus biografías honran la lucha histórica por nuestros derechos humanos y políticos; una gesta cultural de varias generaciones que hoy coloca a las tres en la expectativa del primer relevo femenino del Poder Ejecutivo en el país.
Porque Beatriz Paredes, Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez —en estricto orden alfabético— son expresión de la revolución paritaria que México protagoniza, un cambio auténticamente cuántico que, a su vez, es síntesis de diversas reivindicaciones por la igualdad, y particularmente por el acceso a la representación política y al ejercicio efectivo del poder.
Por supuesto que los méritos de cada una de ellas han sido determinantes para encontrarse ahora al filo de la boleta presidencial de 2024.
Y son innegables los talentos, incluyendo el político, en las tres trayectorias de vida, al igual que la fortaleza interna para resistir, fijarse metas y cumplirlas.
Pero en los días por venir es importante que, Beatriz, Claudia y Xóchitl, así como sus equipos partidistas y de campaña, se hagan cargo del trayecto colectivo y de la fortaleza social que las trajo hasta aquí.
Porque no es casualidad el hecho de que en ellas recaiga la posibilidad de abanderar las candidaturas de sus respectivas coaliciones partidistas.
Como no lo es que Norma Piña Hernández encabece la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y el Poder Judicial que el presidente López Obrador anhela liquidar.
No es fortuito que sea Blanca Lilia Ibarra, comisionada presidenta del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Inai), quien haya conducido la resistencia frente a la embestida de Palacio Nacional para desaparecer toda posibilidad de transparentar los gastos gubernamentales.
Tampoco es una coincidencia celestina que la próxima semana las mesas directivas de las Cámaras de Diputados y los Senadores quedarán en manos de dos parlamentarias pertenecientes a la que se hace llamar “la legislatura de la paridad, la inclusión y la diversidad”.
Una paridad que en 2020 se pensó imposible para las gubernaturas y que, gracias a la valentía de las consejeras electorales, con Carla Humphrey al frente, salió adelante, confirmándose posteriormente en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) que, en un círculo virtuoso, este 2023 defendió ese principio constitucional para que los diputados lo aplicaran en la definición de la presidencia del INE, que ejerce Guadalupe Taddei.
En aquella coyuntura, en la República mexicana sólo había dos entidades gobernadas por mujeres: Sonora y la CDMX. Gracias a la defensa férrea que las colectivas y activistas hicieron entonces para que el acuerdo del INE se cumpliera, actualmente contamos con ocho y serán nueve el próximo 15 de septiembre cuando Delfina Gómez asuma el cargo en el Estado de México.
Así que tiene razón la exjefa del Gobierno capitalino, puntera en las encuestas de la interna de Morena, cuando cotidianamente arenga en sus actos de campaña que “hoy es tiempo de mujeres”. Y no se trata de una moda, sino de la cosecha político cultural de un movimiento de batallas acumuladas que trasciende partidos e ideologías y que se traduce en la desnormalización de la violencia, la desigualdad salarial, el acoso y la carga doméstica, entre un largo etcétera.
Claudia Sheinbaum no supo durante su gobierno en la capital del país construir una interlocución auténtica con los feminismos. Prefirió adherirse al rechazo hacia las movilizaciones violeta que ha tenido el presidente López Obrador. La morenista, sin embargo, tendrá la oportunidad de desplegar su experiencia con una oferta política propia para las mujeres.
En el caso de las senadoras Beatriz Paredes y Xóchitl Gálvez, desde su condición de opositoras, tuvieron que alzar la voz ante la cancelación gubernamental de políticas públicas que, como las estancias infantiles y las escuelas de tiempo completo, daban a las mujeres mejores condiciones para alcanzar la igualdad.
Y como finalistas de la interna del Frente Amplio por México, este sábado 26 de agosto tendrán en Mérida su quinto y último foro titulado El México para las mujeres.
¿Alguien imaginó hace seis años que hablar de un sistema nacional de cuidados y de una vida libre de violencia sería tan relevante en una elección como la economía y la política exterior?
Asistimos a un capítulo inédito en la historia de la democracia mexicana: pasar de la trillada pregunta de si estamos preparados para una presidenta a la certeza de que #EsMujer.
La duda está en el nombre.