Miguel Tirado Rasso
La negación al fracaso, el no
reconocimiento del triunfo del
contrincante y la denuncia de fraude,
son las reacciones comunes en
cualquier contienda electoral en nuestro país.
La carrera presidencial, va. Y más pronto, que tarde, la incógnita se despejará para saber quiénes serán las o los aspirantes finalistas que habrán de enfrentarse en la que podría llegar a ser, junto con la elección presidencial de 2006, la más competida de nuestra historia contemporánea. Porque en sólo 17 días más, el 3 de septiembre, el Frente Amplio por México (FAM), estará anunciando el nombre de quién habrá de postular para la contienda electoral de 2024. Por su parte, Morena hará lo propio, tres días después, el miércoles seis de septiembre.
Como era de esperar, el proceso de selección ideado prácticamente sobre la marcha y brincándose las trancas de toda disposición legal, por parte de la oposición, ante el precipitado y anticipadísimo destape oficial de las corcholatas, léase, aspirantes de Morena a la silla del águila, tuvo sus sinsabores.
La eliminación de los participantes del PRD, por no cumplir con el requisito del número de firmas de apoyo requeridas,150 mil dispersas en, mínimo, 17 estados, dio lugar a un amago de fractura en el FAM, por parte del dirigente perredista Jesús Zambrano, más como acto solidario con los descalificados, el ex gobernador Silvano Aureoles y el ex jefe de Gobierno de la CXDM, Miguel Mancera, que de reclamo de justicia. La amenaza finalmente concluyó con una pausa de tres días, y a seguir unidos y en el proceso.
En nuestra cultura política, no se ha logrado superar la frustración a la derrota. La negación al fracaso, el no reconocimiento del triunfo del contrincante y la denuncia de fraude, son las reacciones comunes en cualquier contienda electoral en nuestro país, salvo honrosas excepciones. La realidad es que estos dos personajes ni motivaban ni despertaban mayor interés en el medio, por lo que su inconformidad y pataleo, estaría apuntando a una negociación para un futuro escaño en el Congreso, sabedores que su aspiración rebasaba sus posibilidades.
Pasaron el primer filtro, los representantes del PAN, Xóchitl Gálvez y Santiago Creel y del PRI, Beatriz Paredes y Enrique de Lamadrid. Ninguna novedad, pues desde que anunciaron su participación, encabezaron las preferencias. Por parte del Comité Organizador del Frente se informó que, en la etapa de recaudación de firmas se habían obtenido casi 1,9 millones, registradas y validadas, lo que consideraron un hecho histórico. La senadora Xóchitl, fue quien más firmas obtuvo, con 554 mil, seguida de su colega, Beatriz Paredes con casi 452 mil.
La segunda etapa, la del sondeo de opinión, se llevó a cabo en esta semana, en la que quedó eliminado Enrique de la Madrid. De acuerdo a las reglas del proceso, los tres finalistas participarán en la tercera fase consistente en cinco foros regionales que ser realizarán en las ciudades de Durango, Monterrey, León, Guadalajara y Mérida. Concluidos estos llamados diálogos ciudadanos, el día 3 de septiembre se dará a conocer al ganador del proceso, de acuerdo a los resultados que arrojen una encuesta final y la elección interna.
En la acera de enfrente, las corcholatas siguen placeándose por todo el país, sin que haya nada que destacar, pues su jefe de campaña, desde Palacio, decidió que sus giras fueran insulsas, descafeinadas, y de bajo impacto. Sin debates ni encuentros, para evitar desgastes y fricciones internas. Algo inevitable, pues a medida que se acerca el final de la carrera, las diferencias entre los morenistas aspirantes se hacen más evidentes.
En el oficialismo, los finalistas parecieran ser Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, lo que pronostica un final accidentado, si, como en ocasiones anteriores, el dirigente de Morena, Mario Delgado, decide hacer de la suyas con una encuesta a modo y en lo oscurito.
Mirando los toros desde la barrera, Dante Delgado y su Movimiento Ciudadano, esperan a ver el resultado de los dos procesos de selección de aspirantes, el del Frente y el de Morena, para, entonces, decidir su participación en el proceso electoral. Solos, con candidato propio, o sumándose al bloque opositor. Una incógnita que depende de lo que le convenga al fundador del partido, porque está claro que sus pocos votos, valen oro a partir de que la competencia entre Morena y la oposición se niveló, al menos, esa es la percepción, con la inclusión de la senadora hidalguense.
Quienes influyen en el partido naranja, tienen opiniones divididas. Su situación es comprometida. Si participan solos con candidato propio, con Luis Donaldo Colosio, por ejemplo, saben que no tienen la menor posibilidad de hacer un papel digno y quemarán un cartucho que puede crecer en el futuro, además de hacerle el juego a Morena, al dividir a la oposición. Si su candidato fuera Marcelo, quizás obtendrían buenos votos, aunque insuficientes para preocupar al candidato morenista. En este caso, el daño sería mayor para el Frente, al restarle votos. Si se abstienen de participar, malo el mensaje de oposición dividida. En los tres casos, Morena se los habría de agradecer y el dueño del partido obtendría beneficios. Sumarse al frente opositor, ayudaría, aún con sus pocos votos, a mejorar la competitividad de la oposición. Claro está, siempre y cuando el dueño y fundador del movimiento naranja esté dispuesto a disputar el poder, en serio, contra Morena.