Carlos Mota Galván
@CarlosMotaG
“Dime de que presumes y te diré de que careces”
Refrán popular
Luego del tan esperado anuncio que hiciera la Reserva Federal de EUA con respecto a qué pasaría con sus tasas de interés (las que optó por incrementar en 0.25 puntos porcentuales pasando así de 5.25 a 5.50, el máximo nivel alcanzado en 22 años), el superpeso mexicano volvió a apreciarse, quedando en 16.84 por dólar y consiguiendo que, de momento, se descarte que pudiera presentarse un rebote en el corto plazo para el tipo cambiario.
No obstante contar con este peso fortachón, cabe preguntarse si ello se ve reflejado en el bolsillo de los mexicanos y la respuesta es absolutamente que no. Dicha estabilidad está muy lejos de ser benéfica aún para el ciudadano común.
La fortaleza del peso se debe en gran medida a la decisión planteada -como se dijo al inicio de esta columna- y nada hicieron u aportaron los gobiernos de monedas como el peso, el yen japonés, el rublo ruso, el zloty polaco, por citar algunas administraciones gubernamentales extranjeras que también vivieron jornadas alcistas, con esta decisión de la FED.
Estos procesos tienen como meta reducir la inflación y fortalecer la economía de los Estados Unidos a la vez de alejar el fantasma de la recesión que, según ellos, aunque de manera lenta, lo están consiguiendo. Pese a este ejemplo de prudencia, aquí en nuestro país, este efecto se festeja como propio y se engaña a quien se deje, ostentando la fortaleza de nuestra moneda, aunque en los hechos cada día alcance para comprar menos.
La economía mexicana por lo pronto y según se desprende de datos oficiales dados a conocer por el INEGI se estancó en los meses pasados de mayo y abril. A ello conviene echar un ojo a los datos proporcionados por la organización Acción Ciudadana Frente a la Pobreza que informa que casi 49 millones de mexicanos que cuentan con trabajo, perciben un salario catalogado como precario y 25 millones 300 mil ni empleo alcanzan.
Para que pueda usted dimensionar lo grave del asunto déjeme decirle que según los datos de este organismo solo 5 millones de compatriotas ganan un salario digno. Para un país con 131 millones, de los cuales 60.1 representan su población económicamente activa, el porcentaje beneficiado es totalmente desproporcionado.
Por otro lado, y según datos del INEGI la inflación en México lleva 5 quincenas a la baja y se acerca a la meta establecida por el Banco de México de mantenerse en un margen de 3% con un margen de +/- 1 punto porcentual para finales de 2024. No obstante, si analizamos el índice de precios subyacente, que proporciona una visión de la inflación eliminando los precios mas volátiles, nos damos cuenta de que la tasa quincenal y anual aumento 0.24%, ubicándose en realidad en 6.76 por ciento, es decir, más del doble de la promocionada oficialmente.
Por lo pronto el superpeso no ha podido evitar que la pobreza siga creciendo en México tenemos ya 55 millones 700 mil personas que viven en esas inaceptables condiciones, 3 millones 800 mil más que en 2018. En números simples: 43.9 de la población total vive en condiciones de pobreza, por cierto, de éstas 10.8 millones sobreviven en condiciones extremas, 2.1 millones más que en 2020.
Ahora bien, hay otro efecto preocupante que se ha originado por la fortaleza de este superpeso en la economía doméstica, nuestro país experimentó un boom de visitantes extranjeros durante la pandemia, concretamente norteamericanos, que al no tener que cumplir con restricciones de entrada (lo que representó un alto riesgo de salud para nosotros) alcanzó una participación en el mercado del vecino país de 32.2% en 2020, 34.5% en 2021 y de 23.7% en 2022.
El patito que se convirtió en cisne
Sin embargo, para este 2023 el flujo de paseantes de aquella nación se ha contraído en 12%, ello en virtud de que al encarecerse el peso los costos por estancia les resultan más altos y esto aunado a la inseguridad reinante, les hace preferir otras partes del mundo. Por donde se le vea, la fortaleza puede convertirse en una debilidad si no se aplican.