“Cada gallo canta en su gallinero y el que es bueno, en el suyo y en el ajeno” Refrán popular.
Carlos Mota Galván
¿Recuerda que Andrés Manuel se la ha pasado diciendo que muy pronto el sistema de salud mexicano será tan eficiente como el que se aplica en Dinamarca?
Bueno pues nada más alejado de la realidad y para ello hay muchas explicaciones que por ahora no vienen al caso enumerarlas; si acaso el único paralelismo que vivimos con este pueblo nórdico es aquel que se plantea en una de sus obras literarias universales de Hans Christian Andersen, “Den grimme aelling”, en español, El patito feo, cuento, que aquí en la vida política mexicana, vive una adaptación más de las muchas que ha tenido esta obra a lo largo de los años.
Ya este espacio hemos comentado que la oposición difícilmente tendría algo que hacer en la competencia para la presidencia en 2024; sin embargo, la política se mueve por tiempos y en el horizonte ahora parecen atisbarse nuevas llanuras verdes donde refrescarse.
Un error, una acción mal calibrada, un miedo que raya en la paranoia, lo que sea, originó que el titiritero de la 4T subiera al ring a la única que bien pudiera ayudar a descarrilar su flamante máquina morada, Xóchitl Gálvez. Ahora, AMLO manifiesta que Claudio X. González es quien ha ganado a los partidos (PAN, PRI, PRD) en la designación del candidato del Frente Amplio por México, cuando fue él quien contribuyó a empoderar la imagen de una candidata que, con las características que le definen, ya hubiese querido tuvieran cualquiera de sus corcholatas: raíces indígenas, fresca, con arraigo popular, detentadora de un espíritu de superación del que hizo gala desde niña y, sobre todo, honradez a toda prueba.
Las intenciones de Xóchitl Gálvez eran, todos sabemos, convertirse en la candidata del Frente para el gobierno de la Ciudad de México, pero las circunstancias ahora la ponen en esta otra partida la cual deberá jugar bien para salir avante de un proceso en el que el PAN, el partido en este momento más fuerte de los que integran esta alianza, (y a cuya bancada pertenece, pese a no militar en ninguno) no vaya a optar por imponer a quien favorecen las nuevas reglas, Santiago Creel Miranda, para quien lo dude, no hay sino que ver las imágenes del registro albiazul de sus cuatro precandidatos.
Sin embargo, en este mismo proceso Xóchitl Gálvez se mostró como lo que es y representa: una política sencilla, con poder de convocatoria, frente a la ostentación de recursos de otros, la opulencia, en una palabra, contra el establishment mismo. La lucha interna de hecho no será fácil pero para una mujer acostumbrada a superar escollos, tampoco nada imposible. Después tendrá que venir otra batalla más, todo parece apuntar que será contra Enrique de la Madrid pero la sinergia que ha acompañado a Gálvez en los últimos días parece pronosticarle buenos augurios. La meta final será lograr entusiasmar a los abstencionistas y mantener los votos duros de la alianza opositora.
Al parecer, de cuadrar todo lo anterior, incluso en la recta final el nombre en la papeleta del INE, por parte del oficialismo, pudiera cambiar el despropósito presidencial. AMLO debe saber, ya de hecho lo ha probado, que Claudia Sheinbaum, su corcholata preferida no representa rival para la senadora hidalguense con todo y el aparato a su favor. Necesitan de un político más experimentado y ello abriría la confrontación directa contra Marcelo Ebrard, aún y en contra de la preferencia de López Obrador desde el principio, obligándolo a cambiar de corcholata por una más gaseosa. Ello llevaría a una contienda directa con un final de cierre fotográfico.
No cabe duda que los tiempos cambian.