Carlos Mota Galván
“Mal los pies sostienen, cuando la cabeza duele”. Refrán popular
El Frente Amplio por México, creado por el PAN, el PRI, lo que queda del PRD y organizaciones de la sociedad civil, parece haber naufragado cuando todavía ni siquiera era botado a la mar. Ello luego de presentar el método de elección que ocuparán para designar a su candidato presidencial para 2024.
Lo que en un principio causó una esperanza para quienes siempre han cuestionado el papel de la oposición en México, al esgrimir lo poco o nada que han hecho para concretar un frente opositor real al régimen totalitario (que el presidente en turno ha buscado implantar en el país), se empezó (nuevamente) a desmoronar.
El Consejo Electoral Ciudadano se disolvió al considerar que las condiciones acordadas inicialmente se cambiaron favoreciendo ahora (qué raro) a los partidos y restando participación a los grupos de la sociedad civil; en otras palabras, los partidos políticos en cuestión se pondrían el caparazón de ciudadanía participativa cuando en realidad ellos son quienes nuevamente pretenden imponer el control para designar a su candidato.
Ya Germán Martínez la semana pasada y Sergio Aguayo también, se retiraron del proceso alegando dados cargados y similar postura asumió Lilly Téllez quién negó que con las nuevas determinaciones puedan garantizar condiciones de equidad para los participantes; no obstante, y en esto coinciden los tres, se comprometen a seguir trabajando en pro de la democracia y a favor de quien encabece un proyecto real que nos devuelva la legalidad y la legitimidad perdidas.
Así pues, quedan todavía muchos posibles candidatos: Enrique de la Madrid, Santiago Creel, Xóchitl Gálvez, quién ha crecido como la espuma en los últimos días en que la cobardía o el reconocimiento presidencial a que en un intercambio de ideas con la senadora quedaría expuesto, rechazando el debate propuesto mismo que fue avalado por un juez y prefirió ignorar el reto y el mandato jurídico en cuestión, lo que sin duda empoderó a Gálvez.
A estos tres hay que agregar una lista interminable de candidatos, pero la gran pregunta es: ¿Alguno podrá abollar la corona morenista? La tarea parece monumental y lo hecho hasta el momento escaso para conseguirlo, el país está dividido en dos, unos por la continuidad y otros por el cambio, pero los primeros cuentan con el trabajo realizado, así sea faltando a los estándares mínimo de ética, y los segundos quienes están apenas por hacerlo ¿el tiempo les será suficiente? Eso es un acertijo por dilucidar.
Por lo pronto y pese a los desaciertos de las fichas morenistas como el oficio presentado recientemente, donde de ser verdadero, se hace saber que Claudia Sheinbaum conocía del daño estructural en uno de los postes del metro y que al no realizarlo causaron la muerte de 26 personas y hubo más de 100 heridos. O en el caso de Marcelo, que iba tan bien, pero se descarriló solito al tratar de quedar bien con su jefe asegurando que incluiría al benjamín presidencial en su gabinete en la “Secretaría de la Cuarta Transformación,” craso error. O finalmente, Adán Augusto quien cual modelo de comerciales, en dos actos de su campaña ya mostró igual número de relojes cuyo monto rebasa los 2 millones 200 mil pesos, buena forma de mimetizarse con el pueblo ¿no?
No es una elección más
En fin, lo traumático del caso es que, aun servido en charola de plata, ello no puede ser aprovechado por la oposición por carecer de un factor elemental en toda contienda: trazar un proyecto sólido, pero sobre todo realizable y dejar de lado todo interés personal, en lo cual los partidos nos muestran que no están dispuestos a hacerlo. ¿Todavía será posible enderezar lo torcido? No lo sé, lo único que podría hacerlo es reponer lo prometido a los grupos ciudadanos y todos juntos trabajar por una candidatura común y donde todos participen, el contrincante tiene mil cabezas y con una espada y sin filo parece imposible vencerlo.