Luis Sunderland Méndez @lousunderland
23 de junio de 2023
Es innegable que López Obrador tiene todavía una aceptación importante entre la población, pero no la mayoría en estos momentos. Algunos analistas mencionan que de los más de 30 millones que lo llevaron al poder en el 2018, ya solo son un poco más de 12 millones de incondicionales. Los duros, como se les conoce en la política partidista.
Por eso todos los días desde su púlpito lanza improperios contra todos los que de una manera visible rechazan sus designios monárquicos. Él sabe que la continuidad de su 4t corre el riesgo de terminar en el 2024 y junto con ella, él -en primer lugar- seguido de sus colaboradores más conocidos, pueden acabar mal.
Estamos viviendo una doble simulación perniciosa que no imaginé ver a estas alturas de nuestro día a día. Los que creen en AMLO o no les importa su gran farsa, son iguales a los que le creen a los participantes de la alianza Va Por México que han creado su propia farsa.
La desorientación que tiene el ciudadano común, tanto el que no profundiza en temas políticos y no ve que la administración y en la política se deben medir por resultados, como el que de alguna forma sí identifica en uno o varios temas los agravios que el gobierno le hace, pero busca salidas de la situación y solo se concreta a permanecer en la crítica constante -sobre todo en las redes sociales- realmente están solo a la expectativa.
Impacta ver a millones de mexicanos a quienes no les importan las barbaridades de nuestros gobernantes. Por ejemplo: la terrible mortandad que ha sufrido este país en lo que va del actual sexenio. Ya fuera por la pandemia (que me hace recordar el terremoto de 1985), nunca sabremos la cantidad exacta de víctimas directas e indirectas, seguramente son más de 800 mil a lo que debemos sumar a los que ocasiona la delincuencia organizada; los miles de desaparecidos, la esquizofrénica violencia contra las mujeres, la falta de medicamentos, y cerramos con la terrible corrupción que va desde la misma cabeza presidencial que llega a todos los niveles en cualquier oficina de gobierno.
Para nuestra mala fortuna, son muy pocos los que se pronuncian en contra del ilegal proceso de selección de las corcholatas del oficialismo que es una gran patraña solo diseñada para que la gente se ocupe en algo y no vea lo que realmente está sucediendo -mientras los designados se pasean por los estados de la República- eso sí, sin convocar al voto, pues no se vayan a disgustar el INE y el TRIFE, sin atacarse entre sí, sin contrastar ideas porque a la señora Sheinbaum no le parece debatir con sus pares.
AMLO solo pretende un miserable espectáculo (que por cierto debe estar costando una gran cantidad de recursos) que hasta ahora nadie sabe quién los patrocina. Todo esto no tiene sentido alguno, porque sabemos que solo hay un destapador para esas corcholatas y será quien decidida el resultado de las encuestas.
Por cierto, en la oposición –si es que la hay- las cosas también están en ruta de descarrilamiento. Entrampados con el procedimiento de selección de un candidato hasta ahora desconocido. Resulta que ahora los partidos quieren pedir 250 mil firmas a cada uno de quienes se interesen por la presidencia.
Parece que a los grises dirigentes de los partidos no les importa el desprestigio de los tres, y simplemente no aprendieron la lección ciudadana en el Edomex.
Quien sea elegido (aunque sea miembro de alguno de esos partidos), debe de ser candidato ciudadano y serán los partidos los que lo apoyen y no al revés. Moreno, Cortés y Zambrano, pretenden engañar a la ciudadanía porque todos saben que cada uno de ellos tiene su propio favorito y serán los mismos partidos los que le den las firmas.
Las organizaciones de la sociedad civil siguen adormiladas y no dan señal de si serán las que pretendan valerse de los partidos para lanzar al candidato o los partidos se valdrán de ellas para poner a quien o quienes les convengan, con el peligro de una ruptura que llevaría a una derrota segura.
Habrá que observar con lupa la reacción de la clase empresarial. Veremos a quien apoyan o más bien a quien simulan apoyar. Ya vimos que ese sector siempre está con quien le asegura que podrá seguir en los contratos. Su ideología es el dinero y nada más. Nuestro próximo Primer Mandatario de la Nación debe de ser para todos y no solo para sus correligionarios y la clase empresarial. La coalición que nos gobierne del 2024 al 2030 debe buscar crecimiento y riqueza no solo en las grandes industrias sino en las clases medias y bajas. Debe de hacer a un lado a los partidos y solo guardar lealtad a la ley y respetar a la Constitución, de esa manera los mexicanos estaremos seguros en el camino de la democracia y del progreso.